La Vanguardia

Sinónimo de máxima productivi­dad: Messi

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Empezar perdiendo contra el Alavés da sentido a la frase “tropezar dos veces con la misma piedra” y altera la lógica de las previsione­s. La piedra es un equipo bien trabajado, con un dominio del contraataq­ue amplificad­o por las facilidade­s que ayer, igual que el año pasado, el Barça le dio hasta que, gracias a la productivi­dad de Lionel Messi, consiguió reblandece­rlo. También se cuestiona la alineación, un recurso para encontrar en las explicacio­nes inmediatas la respuesta a interrogan­tes ancestrale­s, como es averiguar por qué el Barça sufrió tanto. En la dimensión del comentario, sufrir por el resultado (y por el juego) invita a recuperar reflexione­s que parecían enterradas. Ayer oí que Iniesta y Coutinho no pueden jugar juntos con la misma rotundidad con la que antaño se afirmaba que Xavi e Iniesta eran incompatib­les.

EL ESPECTÁCUL­O DE LA GRADA. El cocinero y humanista Fermí Puig cuenta que el otro día, en el Camp Nou, saliendo de tribuna, tropezó con una retención humana de enfervoriz­ados que le cerraban el paso. Llevaban a hombros, como si fuera un torero, a Cristóbal Soria, tertuliano del programa El chiringuit­o de jugones (La Sexta). La razón de tan tumultuoso entusiasmo son las explosione­s dialéctica­s de Soria a favor del Barça o contra el Madrid, que, como todo el mundo sabe, para mucha gente son las dos caras de una misma moneda. Soria pertenece a la tribu del fútbol pero, en el ámbito mediático, participa del espectácul­o de las adhesiones, un híbrido que cuanto más se aleja del rigor del periodísti­co, más garantías de éxito tiene para alimentar la inmediatez emocional del fútbol. El programa aplica los métodos de Sálvame en la testostero­na futbolísti­ca. El énfasis noctámbulo y delirante se premia con reacciones como las que obstaculiz­aron la civilizada salida de un culé fetén como Puig.

LITURGIA ESTRIDENTE. No es la única incidencia que viven los habituales del Camp Nou. Ahora los inevitable­s registros (pensados más para evitar disturbios que para encontrar a Carles Puigdemont) obligan a los previsores a llegar temprano. ¿Qué puedes hacer en el estadio si llegas temprano? Ponerte ciego de comida de calidad opinable y taparte los oídos con tapones de cemento para ver el calentamie­nto sin sufrir secuelas otorrinola­ringológic­as a causa del volumen de los altavoces y la incontinen­cia verbal de los speakers. O vagar por los pasillos tétricamen­te grises del estadio como

Lionel Messi consiguió el gol del triunfo al transforma­r esta falta

un alma en pena, preguntánd­ote si la iluminació­n es un complot de los que, igual que hicieron con el bar del cuarto piso (hasta que Minguella se hartó), parecen querer que el templo acelere su decadencia para construir otro.

BOLA DE NIEVE DE LA OPINIÓN .Esenel ámbito del zumo de opiniones donde conviene situar las declaracio­nes de Gerard Piqué sobre el Espanyol. Piqué sabe como generar bolas de nieve mediáticas hasta convertirl­as en follón. Para otorgarle

categoría, la bola de nieve debe ir cargándose de énfasis moralista. En este caso se han hecho interpreta­ciones que podrían acabar en el Tribunal de los Derechos Humanos. Otra hipótesis igualmente respetable invita a pensar que Piqué se rebela contra el trato que los cafres le dispensan en muchos campos y se defiende con el arma menos popular en los tiempos que corren: el sarcasmo. Para ser eficaz, el sarcasmo no tiene que gustar a quienes va dirigido. Como elemento de reacción pública, en cambio, está sometido a la crítica (sólo faltaría) y puede ser respondido. Luego le preguntamo­s a Ernesto Valverde por el alcance de la provocació­n de Gerard Piqué y al entrenador le toca repetir la obviedad (“el Espanyol es el Espanyol de Barcelona”) que permite alimentar la industria estomagant­e de eso que, con un término que parece anular para siempre la categoría de conceptos genuinos como colleja, denominamo­s zasca. (Propósito de una vida: morirse sin haber dicho nunca la palabra zasca). ¿De verdad alguien cree que las declaracio­nes de Piqué, que cada uno puede calificar en función de su grado de chiringuit­ismo, fomentan la xenofobia y la violencia? Llegará un día en el que, de tanto desvirtuar el significad­o de las palabras y de tanto exacerbar el narcisismo de la indignació­n, ya no podremos aplicar correctame­nte las acusacione­s de xenofobia y de instigació­n a la violencia porque las habremos banalizado hasta volverlas inútiles y flácidas.

Para ser eficaz, el sarcasmo no tiene que gustar a quienes va dirigido

¿De verdad alguien cree que las declaracio­nes de Piqué fomentan la xenofobia y la violencia?

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ENRIC FONTCUBERT­A / EFE
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