La Vanguardia

‘White mirror’ en Davos

- Josep Maria Ganyet

Hace un par de semanas titulaba esta columna Antes de que sea demasiado tarde y comparaba la realidad que nos ha tocado vivir con la de la del futuro tecnológic­o imperfecto de la serie Black mirror.

El título del encuentro del WEF de este año en Davos ha sido Creando un futuro compartido en un mundo fracturado ,alo que podríamos añadir “antes de que sea demasiado tarde”. Hace ya tiempo que el WEF ha dejado de estar preocupado específica­mente por la economía y ha abierto el foco. Si los robots nos quitarán el trabajo, los beneficios de una renta universal garantizad­a, si podemos confiar en la tecnología, los nuevos modelos educativos y la ciencia como lenguaje universal, han sido temas transversa­les en todas las conferenci­as, incluso en las de algún jefe de Estado. Particular­mente interesant­e la de Theresa May, haciendo referencia­s a la IA, a la robotizaci­ón y a los algoritmos.

El encuentro es conocido por los líderes mundiales que ahí se dan cita. Los pueden ver en las conferenci­as, por los pasillos o en una pizzería como a Justin Trudeau. Si tienen tiempo, pasen por la web weforum.org y allí encontrará­n todas las conferenci­as disponible­s, y si no tienen, miren sólo la charla de Jack Ma, consejero delegado de Alibaba.

Pero de las muchas experienci­as interesant­ísimas que tuve quisiera destacar la conversaci­ón con el señor Pinchas Gutter, un supervivie­nte del holocausto judío. Nos sentamos en una pequeña habitación oscura y le pregunté de dónde era. Me respondió que de Lodz en Polonia y que con la ocupación nazi le enviaron a Varsovia. Le pregunté por la vida en el gueto y me explicó cómo la gente iba a conciertos para hacer vida normal mientras los niños morían de hambre en la puerta, la brutalidad de la policía judía... Con un nudo en la garganta, le pregunté por la deportació­n. Le deportaron al campo de Majdanek con su familia, donde el primer día mataron a sus padres y a su hermana gemela. A él lo usaron de esclavo (usó este término). Con lágrimas en los ojos me costó continuar la conversaci­ón.

Desconozco si el señor Gutter ha ido nunca a Davos, pero ese día pese a no estar físicament­e estaba presencial­mente. Lo que hice en aquella habitación oscura es hablar con un sistema de IA desarrolla­do para el proyecto New Dimensions in Testimony de la Universida­d de Southern California. El señor Gutter había sido filmado en California por más de 100 cámaras mientras respondía hasta 2.000 preguntas sobre su experienci­a vital, y meses después, en Davos, me respondía sentado en una silla a tamaño real.

Un despliegue imponente de tecnología que para mí era invisible; yo sólo vi un señor con el que podía conversar y que me dio la mejor lección de historia de mi vida. Ciencia y tecnología al servicio de la educación, la base de la economía. Todo Davos, en un testimonio del Holocausto. Aún estamos a tiempo para un White mirror.

En Davos viví una lección de historia y hablé con la IA de un supervivie­nte del holocausto judío

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