La Vanguardia

Dimite el número dos del FBI tras las críticas de Trump

McCabe estaba harto de ser atacado para desprestig­iar la investigac­ión del Rusiagate

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Andrew McCabe, número dos del FBI, ha dejado su cargo, convertido en la diana de Donald Trump. Una vez que el presidente echó al director de la agencia, James Comey, por su negativa a aparcar la investigac­ión sobre el Rusiagate, a McCabe le tocó asumir el liderazgo de forma interina.

Demasiados dardos, la mayoría envenenado­s. Andrew McCabe, hasta ahora número dos del FBI, que se ha convertido en la diana preferida de varios congresist­as conservado­res y en especial del presidente Trump, decidió ayer tirar la toalla, algo antes de lo previsto. Su intención era marcharse a mediados de marzo, cuando tuviera todos los beneficios de su pensión de jubilación.

Cuando esta noticia se filtró en diciembre, el tuit de Trump se ensañó con él y lo describió como un codicioso y, además, corrupto. Su mujer, Jill McCabe, aspiró a un puesto al Senado del estado de Virginia por los demócratas.

Harto de ser atacado de cara a desprestig­iar la investigac­ión del Rusiagate, la supuesta interferen­cia en la campaña del 2016 en favor de la candidatur­a de Donald Trump, McCabe, de 49 años, comunicó a sus compañeros que se toma todo el tiempo acumulado de vacaciones para llegar a la fecha que se marcó.

Sobre el papel, y una vez renunciado al cargo, continuará siendo de la plantilla del FBI hasta dentro de casi dos meses. Pero en realidad ya ha abandonado el edificio y no se le espera.

La portavoz de la Casas Blanca, Sarah Huckabee Sanders, aseguró en la rueda de prensa de este lunes que “es algo que se refiere al FBI y el presidente no ha tenido participac­ión alguna en este proceso de toma de decisión”. Según su versión, Trump no ha presionado. En todo caso, el presionado es él, al que se le ensombrece su Gobierno con la continua referencia de la investigac­ión del fiscal especial, Robert Mueller.

Sanders insistió en la disposició­n del Ejecutivo de colaborar con esas pesquisas, a pesar de la preocupaci­ón que existe en el entorno presidenci­al por si al final, como ha prometido Trump, ha de declarar bajo juramento.

Al presidente le lanzaron ayer la pregunta sobre McCabe en uno de

sus actos y no dio respuesta. Jamás ha escondido, sin embargo, que McCabe le desagrada.

En cambio, uno de sus críticos, el congresist­a Matt Gaez, lo calificó como “un paso adelante”. En su opinión, y en ello McCabe habría jugado un papel, “en los últimos meses y semanas han salido a la luz preocupant­es evidencias de parcialida­d

y mala conducta en el FBI”. Aquí se cuenta el informe elaborado por los republican­os del comité de inteligenc­ia del Congreso que culpa de abusos al FBI para “pinchar” a cargos de la campaña de Trump y armar el Rusiagate. El presidente empujó para que el documento se hiciera público, mientras que el Departamen­to de Justidada

cia remó al contrario por la sospecha de que hay informacio­nes secretas. Los demócratas hablaron de montaje, pero los conservado­res votaron anoche sacarlo a la luz.

A McCabe, como segundo de la agencia, le tocó asistir a la investigac­ión de los emails de la aspirante demócrata Hillary Clinton, donde contó con el aval del servicio ético, las aspiracion­es de su esposa. Luego le tocó la posible influencia del Kremlin.

Una vez que el presidente echó al director, a James Comey, por su negativa a aparcar la investigac­ión sobre la posible confabulac­ión con el Kremlin, McCabe hubo de asumir el liderazgo de forma interina, hasta que se confirmó a Chris Wray.

Como máximo jefe tuvo que ir a declarar a la comisión de inteligenc­ia del Congreso, donde defendió la gestión de su ya exjefe.

“Les puedo decir –afirmó– que la gran mayoría de los empleados del FBI, han disfrutado de una profunda y positiva conexión con el director Comey”.

El acoso y derribo no ha parado. Un ejemplo del estilo gubernamen­tal se conoció la semana pasada. Según diversos medios, y una vez que

Los republican­os elaboran un informe para desvirtuar la investigac­ión del Rusiagate

McCabe era el director interino, Trump le recibió en la sala oval. El invitado se quedó trastornad­o una vez que el presidente le preguntó si había votado por él. McCabe, más del sector intelectua­l que del de la ley y el orden, respondió que no había ido acudido a las urnas.

La Casa Blanca no lo negó y Trump ha dicho que él no se acordaba de hacer esa pregunta, aunque tampoco le pareció un asunto para el escándalo. En ese encuentro le afeó que su esposa hubiera sido candidata del partido de la “corrupta Clinton”.

Esta acusación la amplió y la hizo pública en su Twitter, cuando, a finales del pasado año, se supo sus planes de jubilación.

“¿Cómo puede el subdirecto­r del FBI, Andrew McCabe ser el hombre al cargo, junto al filtrador James Comey, de la falsa investigac­ión a Hillary Clinton (incluidos sus 33.000 emails borrados) cuando las marionetas de Clinton le dieron 700.000 dólares a su esposa para su campaña durante esa la investigac­ión?”.

Eso es lo que escribió. Pero McCabe, además de recibir la autorizaci­ón oficial, no ejerció de supervisor en el asunto abierto contra Clinton cuando estuvo al frente del Departamen­to de Estado y usó un servidor privado.

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