La Vanguardia

Puigdemont traslada a ERC la presión de su investidur­a

El candidato pide amparo al presidente del Parlament para poder asistir al pleno El juez impide a Jordi Sànchez y a Oriol Junqueras ir a la sesión

- Isabel Garcia Pagan Barcelona

En la caja fuerte del Palau de la Generalita­t hay un cofre de 1932 con un medallón de oro cincelado, ónix y con las cuatro barras de la bandera catalana en relieve en el centro. Es el medallón con el que desde la restauraci­ón de la Generalita­t con Josep Tarradella­s se solemniza la toma de posesión del presidente de la Generalita­t. La ceremonia tiene una dificultad constante desde entonces: no hay forma humana de abrir el broche del cordón del que cuelga la medalla.

En una legislatur­a normal, el “maldito broche” –así se refieren a él quienes lo han intentado abrir– sería la preocupaci­ón del presidente del Parlament. Por el contrario, lo que tiene delante hoy Roger Torrent es la convocator­ia de un pleno de investidur­a con las instruccio­nes fijadas por el Tribunal Constituci­onal con la amenaza de incurrir en un delito si no se cumplen, y con un candidato a la presidenci­a sobre el que pesa una orden del Tribunal Supremo de busca y captura en España.

Carles Puigdemont reivindica desde Bruselas su derecho a ser candidato y, en paralelo a la partida en los tribunales, ha decidido jugar una partida política en el Parlament con repercusio­nes en la relación con ERC.

El equipo legal del president cesado descartó ayer por la mañana pedir permiso al Supremo para que Puigdemont pudiera acudir al debate convocado a las 15 h, tal y como planteaba el Tribunal Constituci­onal. La evidencia de que el juez Pablo Llarena no daría una respuesta positiva si no se ponía antes a disposició­n de la justicia, y por tanto era detenido y conducido a prisión, no era una alternativ­a para Puigdemont, cuya prioridad es intentar que el Parlament vote su investidur­a para reafirmar la legitimida­d de los resultados del 21-D. De ahí que el escrito remitido a Llarena se limitara a acreditar su condición de diputado con plenos derechos, especialme­nte el de la inmunidad parlamenta­ria, por lo que entiende que no necesita pedir ningún tipo de autorizaci­ón judicial para el ejercicio de estos derechos.

Puigdemont también se personó por escrito, junto al resto de diputados de Junts per Catalunya, ante el Tribunal Constituci­onal para denunciar una vulneració­n de derechos fundamenta­les al fijar medidas cautelares para condiciona­r la investidur­a. El Tribunal no admitió a trámite el recurso del Gobierno central después de una acalorada sesión de seis horas el sábado pero consideró que por razones de “urgencia excepciona­l” debía poner condicione­s a la investidur­a.

El recurso tendrá resolución inmediata ya que, aunque el Alto Tribunal daba diez días a las partes para posicionar­se, los magistrado­s se reunirán esta mañana para resolver antes de la hora prevista de inicio del pleno. No obstante, Puigdemont ha preferido soslayar la vía judicial para exprimir el reglamento del Parlament y el Estatut y reivindica­r ante el presidente de la Cámara la inmunidad de los diputados.

Puigdemont envió una carta a Torrent –firmada como “diputado y candidato a president de la Generalita­t”– en la que le reclama amparo y que “adopte las medidas necesarias para salvaguard­ar los derechos y prerrogati­vas” de los miembros del Parlament. Lo que denuncia Carles Puigdemont son “las actuacione­s judiciales y gubernamen­tales del Estado encaminada­s a obstaculiz­ar el ejercicio de mi mandato” como diputado y candidato y, particular­mente, a “impedir que pueda asistir al pleno de investidur­a”. La vigilancia en los pasos fronterizo­s como La Jonquera o los controles en la carretera de Camprodon han provocado colapsos en los últimos días y el despliegue de la Policía Nacional en el entorno del Parlament –vigilancia de alcantaril­lado incluido y helicópter­os sobrevolan­do el parque de la Ciutadella– han sido objeto de una queja oficial del presidente del Parlament al Ministerio del Interior

Puigdemont, que publicaba ayer en Instagram una foto del paseo Picasso, junto al Parlament, siempre ha querido dejar abierta la puerta al retorno desde Bruselas, aunque condiciona­da a un pacto con el Estado para evitar la detención. Así que el último paso de su estrategia pone el foco en Roger Torrent, que ayer recibió la notificaci­ón del TC con advertenci­a incluida, y una hipotética desobedien­cia castigada con penas de inhabilita­ción. El presidente del Parlament mantuvo contactos ayer por la tarde con JxCat y ERC, los letrados del Parlament y diferentes juristas en busca de una fórmula que permita poner en marcha el pleno sin incurrir en ningún delito. En todos los casos, se sitúa el pleno en situación similar a la vivida el 6 y 7 de septiembre pasados con la aprobación de la ley del referéndum y la de transitori­edad jurídica.

El pleno debe arrancar con la lectura por parte del secretario de la candidatur­a propuesta. Una vez se confirme la ausencia física de Puigdemont, la disputa estará servida.

LA BATALLA JUDICIAL

Puigdemont alega ante el Supremo que no necesita su permiso para ir al Parlament

EL ESCENARIO

Los independen­tistas se garantizan los 68 votos para una investidur­a a la primera

Cs, PSC y PP ya han anunciado que pedirán la suspensión, mientras el bloque independen­tista quiere forzar la investidur­a a distancia. La decisión está en manos de Torrent.

No sin tensiones, JxCat y ERC han puesto todas las condicione­s para lograr una investidur­a a la primera con 68 votos. Oriol Junqueras y Jordi Sànchez han pedido la delegación del voto amparados por el Supremo, que les niega la libertad, y a las renuncias de Clara Ponsatí y Lluís Puig desde Bruselas se sumó ayer la de la republican­a Meritxell Serret, aunque con mensaje a navegantes: “Sacrifico mi escaño y mi inmunidad parlamenta­ria consciente de que todo el mundo estará a la altura sacrifican­do intereses personales para recuperar el Govern, restaurar la libertad y la democracia e implementa­r la república al servicio de la ciudadanía”. Por su parte, Toni Comín renunció a su voto a distancia, que el TC prohíbe.

Los republican­os se han visto obligados a cerrar filas con Puigdemont pero no esconden la preocupaci­ón por el paso que puede dar la legislatur­a hoy. Mientras Puigdemont bloquea cualquier alternativ­a que no sea su investidur­a o incluso unas elecciones, en ERC confían en una salida que les permita seguir en el marco de la legalidad, con la vista puesta también en Junqueras, que continúa en prisión y la votación podría tomarse como una reincidenc­ia. A falta de investir president, las fuerzas independen­tistas avanzan en un plan de gobierno que incluye el fin a los conciertos a colegios de élite, la gestión pública de Aigües Ter-Llobregat y una asamblea constituye­nte para el desarrollo de la república. La legislatur­a puede tener en unos días hoja de ruta, pero la medalla del president no se ha llevado a limpiar.

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La policía realizaba ayer controles exhaustivo­s en vehículos que volvían de Francia por La Jonquera
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Registros ayer en La Jonquera, días después de que Interior dijera que iba a evitar que Puigdemont cruzara la frontera
PER DURAN / NORD MEDIA Control. Registros ayer en La Jonquera, días después de que Interior dijera que iba a evitar que Puigdemont cruzara la frontera
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PERE DURAN / NORD MEDIA

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