Manual de instrucciones

STEVE Jobs, el fundador de Apple, decía que su trabajo era hacérselo fácil a la gente. Uno de los secretos de sus productos es que no necesitan manual de instrucciones, ya que uno puede interactuar con ellos desde el primer momento porque tienen la lógica del cerebro humano. Un estudio de Acens en el día mundial de Internet permitía comprobar que el 75% de los usuarios reconocía que no leía el manual de los equipos y dispositivos. Entre los más jóvenes, este porcentaje ascendía hasta el 93%.

La política catalana no ha venido para hacer las cosas fáciles, más bien mantiene la lógica abstrusa de esos manuales. Muchas de las actuaciones de sus dirigentes resultan de difícil explicación: en ocasiones, ni ellos mismos son capaces de aclarar sus comportamientos. Puede que a los ciudadanos nos falte la perspectiva del tiempo, pero quizás es que los políticos actúan por impulso más que desde la reflexión. De un tiempo a esta parte, las emociones priman sobre la razón, lo que nunca es una buena receta. Pero las cosas son como son y no como nos gustarían, así que hay que acostumbrarse a que los sentimientos manden, aunque no siempre nos conduzcan allí donde nos guiaría la experiencia.

Mañana en el Parlament está prevista una sesión de investidura de un nuevo president a la que el nominado no ha dicho que vaya a acudir, entre otras cosas porque la policía tiene orden de detenerlo. El Ministerio del Interior incrementó sus controles fronterizos, rebuscando en los maleteros por si Carles Puigdemont tuviera la ocurrencia de esconderse en uno. Roger Torrent, el flamante presidente de la Cámara, puede permitir la investidura, posponer el pleno o hacer que arranque y luego suspenderlo. En el primer caso, Torrent incurriría en desobediencia; en el segundo, podría no contentar a nadie, y en el tercero, ser tildado de traidor. Es el problema cuando no existe manual de instrucciones y la alternativa es dejarse llevar por las emociones.