La Vanguardia

Arpad Sterbik

Sterbik, con 38 años, se erige en héroe inesperado en dos actuacione­s de leyenda

- TONI LÓPEZ JORDÀ Barcelona

PORTERO DE BALONMANO

Llevaba un mes de vacaciones, viendo el Europeo por la televisión “con una cerveza en la mano”, y acabó siendo el héroe inesperado de España.

Con sus paradas, el portero de origen serbio (38) fue el artífice del oro europeo de los hispanos.

El miércoles pasado estaba viendo el Europeo en casa con una cerveza en la mano y patatas fritas, y unas pastillas para tranquiliz­arme, pero no había pensado venir. Me llamaron y vine sin saber cómo y cuánto podía ayudar, pero ha salido bien”. Arpad Sterbik, genio y figura, en menos de 24 horas pasó de estar repantigad­o en el sofá de su apartament­o de Skopje (Macedonia), a cruzar los Balcanes y plantarse en Zagreb, y con dos actuacione­s de leyenda, levantando pies y manos como una marioneta, ayudar a los hispanos a colgarse el primer oro europeo. Ha sido el héroe inesperado de España, el hombre del que todo el mundo habla.

Cuando el miércoles se lesionó el portero blaugrana Gonzalo Pérez de Vargas ante Alemania –distensión del ligamento lateral interno de la rodilla derecha–, Jordi Ribera llamó de urgencia a Arpad. Sólo lo había convocado dos veces desde que llegó al banquillo, hace 13 meses. Pero el meta de origen serbio, nacionaliz­ado español en el 2008 –durante su paso por el Ciudad Real–, no se lo pensó. Cogió un vuelo de Skopje a Ljubliana, y luego dos horas en coche de alquiler hasta Zagreb. Llegó el jueves y el viernes ya arruinaba a Francia.

“Venía lesionado sin saber cuánto podía ayudar y ha salido bien. Aunque me estuve entrenando, no juego un partido desde el 14 de diciembre, pero he venido a ayudar a intentar ganar una medalla y creo que el equipo puede lograrla”, anunciaba el bueno de Arpad al llegar a la concentrac­ión española en Zagreb.

El viernes salió cinco veces a la pista, en cinco lanzamient­os de penalti de Francia. Paró tres; dos seguidos, a Mahé y Guigou, con el 8-9 y el 8-10. España despegó en el marcador. Luego a Cauchetaux, con el 14-22. Acabó de desquiciar a los Experts. Con sus intervenci­ones estelares, los hispanos pasaron a la final.

El domingo, en la final, Ribera lo siguió dejando de reserva en el banquillo. Por poco tiempo. A los 23m36s, con 9-11 para Suecia, le hizo entrar por un desacertad­o Rodrigo Corrales, desdibujad­o con un pobre 3 de 13 (23%). El técnico acertó: Arpad empezó a levantar piernas de manera imposible, a sacar manos inverosími­les, con esa elasticida­d increíble para un cuerpo de 2 metros y 119 kilos, a amargar la existencia a los suecos, para acabar con 8 paradas en 21 tiros, un 38% de acierto que rozó en algunos momentos el 50%. Fue determinan­te en el despegue español, en el vendaval hispano que dio la vuelta a la final. Por algo le designaron MVP. En dos días, del sofá, tras un mes de vacaciones, al oro europeo.

“Es el mejor portero del mundo actualment­e”. Lo asegura David Barrufet, mánager deportivo del Barça e internacio­nal con más partidos en la selección española. Lo conoce bien. Sterbik dejó tardes de gloria en el Palau (2012-14), pero duró poco. “Era imposible pagarle la locura que le daba el Vardar”. Así que emigró a Macedonia y allí ha seguido parando al máximo nivel, para llegar a ser vigente campeón de Europa. Con 38 años, aún le queda cuerda para rato. Acaba de fichar por dos temporadas con el Veszprém húngaro, a raíz del éxodo masivo que habrá en el Vardar en junio por los problema de impagos de salarios.

“Todavía se cuida mucho, está más delgado que antes, está en buena forma... Es un grandísimo portero”, le alaba Barrufet, que destaca de Arpad su gran elasticida­d, pero también la gran capacidad intimidado­ra con los lanzadores rivales. “Muchos jugadores se asustan por lo grande que es, por su envergadur­a cuando abre brazos y piernas, porque tapa casi toda la portería”, detalla David. “Pero también es muy listo, y pese a lo grande que es, es muy rápido reaccionan­do y muy flexible”, capaz de tocar el larguero con el pie para calentar y de levantarlo por encima de la cabeza para desquiciar a Ekberg, Mahé o a quien se le ponga por delante.

DEL SOFÁ A LA PISTA

“El miércoles estaba viendo el Europeo en casa con una cerveza y patatas fritas, y una pastilla para los nervios”

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GEORGI LICOVSKI / EFE Sterbik, en una de sus caracterís­ticas paradas levantando la pierna

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