Guerra mundializada
Erdogan ha prometido limpiar toda su frontera de terroristas, caiga quien caiga
Estados Unidos no tiene ninguna intención de atender la petición de Turquía de retirarse de sus posiciones de apoyo a las milicias kurdas en el norte de Siria.
Estados Unidos no tiene ninguna intención de atender la exigencia turca de abandonar sus posiciones de apoyo a las milicias kurdas en el norte de Siria. “No nos planteamos retirar nuestras tropas de Manbich”, explicó ayer a la CNN el general Joseph Votel, comandante del Mando Central de EE.UU. (Centcom).
Durante el fin de semana, el presidente y el ministro de Exteriores de Turquía habían conminado a EE.UU. a quitarse de en medio, ante el empuje del ejército turco para limpiar su frontera de guerrilleros de la rama siria del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK). Su operación Rama de Olivo se inició hace once días en el enclave de Afrin, netamente aislado de los otros dos cantones kurdos en Siria tras la anterior incursión turca del 2016.
La trayectoria de colisión entre Turquía y EE.UU., los dos ejércitos con más efectivos de la OTAN, está clara. Y la misma CNN revelaba ayer que patrullas estadounidenses en Manbich están siendo hostigadas de manera creciente por milicias árabes aliadas de Ankara, habiéndose producido ya intercambios de fuego.
Nada permitía aventurar tal riesgo al inicio de la guerra de Siria, cuando tanto Ankara como Washington apostaban por una rápida caída de Bashar el Asad. Ahora, es el líder de la oposición en Turquía, Kemal Kiliçdaroglu, el que solicita al presidente Erdogan que revise su animadversión hacia El Asad y restablezca puentes, por el común interés en preservar la unidad de Siria y eliminar “refugios terroristas”.
El ministro de Exteriores, Mevlüt Çavusoglu, publicaba ayer mismo una columna en The New York Times en la que expresaba algo difícil de rebatir: “Un aliado de la OTAN armando a una organización terrorista que ataca a otro aliado de la OTAN supone una violación de los principios de la organización y una anomalía política que corregir”. Pero en cuestión de horas ya estaba desgañitándose en Twitter, “¡Qué vergüenza, The New York Times, contrasta tus historias!”, por un artículo acerca de una miliciana suicida kurda que se habría llevado por delante un tanque y varios soldados turcos. Falso o no, verdadera guerra asimétrica de OTAN contra OTAN. Porque el PKK, aunque se presente bajo siglas distintas en los distintos territorios kurdos, está catalogado como banda terrorista tanto
Ankara deplora que un país de la OTAN se sirva de una “banda terrorista” en guerra con otro país miembro
por EE.UU. como por la UE.
Las milicias kurdas de Afrin, de hecho, no fueron entrenadas por los estadounidenses, sino por los rusos. La retirada de estos, y la inacción de las defensa aéreas, tanto rusas como sirias, ante la ofensiva turca –con 72 bombarderos– lleva a algunos kurdos a pensar que han sido vendidos.
Que Donald Trump apoye a una organización marxista como el PKK tiene bastante guasa. Aunque en los últimos años, el PKK haya adoptado como patrón ideológico, más que al Che Guevara, al filósofo comunalista estadounidense, ya fallecido, Murray Bookchin –algo que le aporta brigadistas–. Y esto es así porque así lo quiere el enemigo número uno del estado turco, Abdula Öcalan, cuyos pósters adornan cada una de las localidades tomadas al Estado Islámico (EI) con infantería kurda y bombardeos estadounidenses, hasta en pueblos árabes.
La derrota del EI no ha terminado, pues, con la guerra de Siria. Y las conversaciones de paz de hoy en Sochi, Rusia, con Turquía e Irán como copatrocinadores, tampoco terminarán con ella.
Mientras tanto, el Gran Hermano turco no para de actuar. Más de trescientos particulares o entidades –incluida una asociación de médicos– han sido interrogados por exponer críticas ante esta singular Rama de Olivo.