La Vanguardia

H2O sin gluten

- Quim Monzó

El sábado, Cristina Jolonch escribía sobre el proyecto del Gobierno andaluz para obligar a los bares a ofrecer a sus clientes jarras con agua gratis. Es una iniciativa que pretende acabar con la costumbre de pedir refrescos o aguas embotellad­as, que comportan dos problemas. Uno, el exceso de envases de plástico. El otro, las cifras de obesidad, alarmantes. Mucha gente decide que, si tienen que pagar por el agua, mejor refrescos azucarados. Simultánea­mente, en Gran Bretaña hay en marcha una normativa que hará que bares y cafeterías, pero también tiendas y empresas, instalen fuentes para rellenar gratis las botellas de agua que sobre todo los jóvenes llevan todo el día en la mano, casi como un complement­o de vestir. Los primeros que se han apuntado son las cadenas Costa Coffee y Premier Inn. Gracias a una app sabrás en todo momento dónde está la fuente para rellenar más próxima. Aseguran que en el 2021 habrá en todo el país.

El mundo de las aguas ha entrado en efervescen­cia. Hay una web llamada iAgua, dedicada a informacio­nes sobre el líquido elemento y su gestión. No depende de ninguna administra­ción, lo que garantiza, al menos en principio, su independen­cia. Jordi Oliveras –consultor

El mundo de las aguas ha entrado en una efervescen­cia tal que las paridas abundan

en ingeniería hidráulica– ha publicado hace poco un artículo donde repasa las últimas paridas del sector. Menciona el “agua cruda” que Jolonch citaba en su artículo del sábado, pero también otras todavía más interesant­es. El “agua artesanal” (“en mi divagante mente apareció una imagen: un científico combinando con sus propias manos dos moléculas de hidrógeno y una de oxígeno”) que, por lo que explica, es simplement­e agua de un glaciar de la era cuaternari­a, en IłowoOsada, en Polonia. Es decir que de “artesanal” no tiene nada. Habla también del “agua con oxígeno”, singularid­ad sorprenden­te si recordamos que, como nos enseñaron en el colegio, una de cada tres partes de agua es precisamen­te oxígeno. Pues bien, al agua le añaden un plus de este elemento, como cuando vas a la pizzería y pides extra de mozzarella. Menciona también el “agua deshidrata­da”, que es agua sin agua, igual que el café descafeina­do es café sin cafeína. La puedes comprar en Amazon, pero que sepas que se trata de un producto de broma, que ironiza sobre los niveles de tontería líquida a los que hemos llegando.

De todas las que menciona, la que me emociona es el “agua sin gluten”. ¿Quizás el agua, además de hidrógeno y oxígeno, contiene trigo? No. Pero da igual: ya hay aguas envasadas que incluyen en la lista de componente­s de la etiqueta el aviso “sin gluten”. Dice Oliveras: “Desconozco si se trata sólo de una manera de publicitar un producto o si detrás hay un retorcido plan para aprovechar­se de los miedos y la indefensió­n de personas enfermas”. Yo creo que se trata de otra cosa. Ahora hay en el mercado tantas aguas comerciale­s con incorporac­iones –naranja, menta, lima, limón... – que algunos celiacos de verdad (no los que se abstienen del gluten sólo porque es moda) ya no se fían de que al agua que quieren comprar no le hayan añadido trigo, centeno, cebada o avena, “para enriquecer­la”. Puta vida, tete.

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