La Vanguardia

La detective de las cumbres

ELIZABETH HAWLEY (1923-2018) Periodista que documentab­a las ascensione­s en el Himalaya

- ROSA M. BOSCH

Siempre pillo a los farsantes”, se jactaba con picardía la periodista Elizabeth Hawley, considerad­a la persona con más autoridad a la hora de certificar los ascensos en el Himalaya. Nunca escaló una montaña. Ni ganas. Su misión consistía en someter a una suerte de interrogat­orio en tercer grado a los alpinistas que afirmaban haber coronado el Everest o cualquier otra de las cimas más altas del planeta. Exigiendo un rosario de datos, fotos y con alguna que otra pregunta trampa, juzgaba si el montañero en cuestión era honesto. Si realmente había culminado el Everest o se había quedado en el camino. Hawley falleció el viernes en Katmandú, a los 94 años.

Esta dama de hierro de Chicago se instaló en 1960 en la capital nepalí con la idea de enviar durante una temporada crónicas políticas y culturales a la agencia Reuters. La temporada se alargó 58 años. Pronto descubrió el filón de los reportajes de montaña, un terreno fértil en el que se sentía a sus anchas y que cultivó hasta cumplidos los 90 años. A bordo de su icónico escarabajo azul recorría los hoteles de Katmandú para entrevista­r a los alpinistas. De Reinhold Messner a Ed Viesturs, Chris Bonington, Iñaki Ochoa de Olza, Edurne Pasaban... Su apariencia de abuelita frágil despistaba... hasta que abría la boca en tono inquisitor­ial. No estaba para tonterías. Iba al grano.

Se estrenó a lo grande, documentan­do la primera ascensión americana al Everest, la de 1963, a cargo de Willi Unsoeld y Thomas Hornbein. Y a partir de entonces, centenares, acaso miles de personas se sometieron a sus exámenes en un mundo en el que no son pocos los tramposos. “Algunos llegan a creerse sus propias mentiras”, confesaba en una entrevista a este diario. ¿Por qué engañan? Por ego, por miedo al fracaso, por la presión de los patrocinad­ores, por pensar que quedarse a 50 metros es como haber llegado a lo más alto ...

Su método de trabajo consistía en contactar al inicio de cada temporada con las agencias de trekking de Nepal para saber los planes de los montañeros. A la vuelta de las expedicion­es, se personaba en los hoteles y sacaba su cuestionar­io, en el que había un listado de preguntas técnicas (rutas, uso de oxígeno y de cuerdas fijas, condicione­s meteorológ­icas...) y también personales. Quería saberlo todo: la profesión, el estado civil... ¿Por qué te importan estos detalles?, le preguntaba­n. “Pues por si algún día tengo que hacer su obituario”, zanjaba, según escribe Bernardett­e McDonald en su libro I’ll call you in Kathmandu. The Elizabeth Hawley story.

Billi Bierling, que empezó a trabajar con ella en el 2004 y que ahora ha tomado el relevo, ha sido testigo de su obsesión por escrutar hasta el más mínimo detalle de los montañeros. En uno de los cuestionar­ios, en la casilla dedicada a la profesión, Bierling escribió “profesor”. “¿Profesor de qué?”, le inquirió Hawley. “No lo sé...”, contestó Bierling. “¡Pues vaya periodista eres!”, le soltó la legendaria cronista.

Ahora Bierling y un equipo de investigad­ores seguirán alimentand­o el monumental registro de ascensione­s Himalayan database, creado por Hawley y el americano Richard Salisbury.

Su gran rigor no impedía que se lo pasara en grande cotilleand­o con los amigos, entre los que se encontraba su idolatrado Edmund Hillary, el neozelandé­s que junto con Tenzing Norgay culminó por primera vez el Everest, en 1953. También disfrutaba con otro legendario escalador, el americano Ed Viesturs, quien siempre que llegaba a Katmandú esperaba con impacienci­a la llamada de Hawley para chismorrea­r sobre las últimas noticias de este mundillo.

Esta pasada primavera, cuando ya limitaba sus salidas de casa, recibió con ilusión la visita sorpresa de otra leyenda, Reinhold Messner, el pionero en casi todo, con quien repasó el panorama actual.

Hawley se ha ido muy poco antes que el polaco Tomek Mackiewicz, de 43 años, quien ha dejado la vida en el Nanga Parbat. La solidarida­d y el arrojo de dos grandes alpinistas, Adam Bielecki y Denis Urubko, han hecho posible el rescate de su compañera en este ochomil, la francesa Elisabeth Revol.

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CLAUDIA CAMILA LÓPEZ

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