La Vanguardia

Los magos de Ostersunds

El equipo sueco es “más que un club”: sus jugadores dan parte de su sueldo a los refugiados de Darfur, escriben y hacen teatro y ballet

- Rafael Ramos

Al poco de que la señora Graham, inglesa, se instalara en la ciudad, un día fue a apuntar a uno de sus hijos en la guardería del barrio. “¿Qué hace usted aquí?”, le preguntó la directora (los suecos pueden ser muy distantes, pero también muy directos y poco diplomátic­os). “Mi marido tiene un buen trabajo –respondió–. Es entrenador de fútbol”. “¿Del Ostersunds?”. “Sí”. “Pues entonces le voy a dar un consejo. Mejor hagan las maletas y váyanse porque aquí no tienen ningún futuro”.

Corría el año 2010 y el Ostersunds languidecí­a en la cuarta división del fútbol sueco, atrayendo apenas un promedio de 600 espectador­es a los partidos en la Jamkraft Arena. Pero aunque no tenga parentesco con Harry Potter, Graham Potter ha traído la magia a esta ciudad de 44.000 habitantes, cinco horas al norte de Estocolmo, en medio de ninguna parte (que en Suecia es casi todo el país), limítrofe con Laponia y donde hasta hace poco los únicos deportes eran los de invierno (la celebridad local es el jugador de hockey sobre hielo Alexander Edler, de los Vancouver Canucks de la NHL). Ha sido varias veces candidata sin éxito a organizar los Juegos Olímpicos, y en 1994 se los arrebató la localidad noruega de Lillehamme­r, lo cual irritó especialme­nte porque la región perteneció a ese país desde 1178 hasta 1645. Antes había sido una “república autónoma de campesinos”, más bien una anarquía, y en los años sesenta surgió un movimiento independen­tista.

Ostersunds (más o menos la misma población que Figueres) está en el medio de la provincia de Jämtland (la “tierra de los jams”, los habitantes autóctonos), enme- dio de Suecia y de Escandinav­ia. Pero toda esa centralida­d no significa que sea un prodigio de diversión. Para imaginarse la vida, basta referirse a cualquier obra de Ibsen, aunque sea noruego. Hasta que su equipo de fútbol empezó a despuntar hace muy poco, la principal diversión de sus habitantes era ir a la iglesia. Hay infinidad de ellas, la gran mayoría protestant­es, diferencia­das por su grado de calvinismo, porque antiguamen­te cada veinte o treinta agricultor­es fundaban la suya propia, como quien hoy se hace de Facebook o Instagram. La religión es omnipresen­te, hasta el punto de que las mejores tiendas (y tiene la mayor proporción de m2 de escaparate­s de todo el país) se encuentran en la Prästgatan, o “calle del cura”.

Por suerte los Graham no hicieron caso a la directora de la guardería y llevan ya más de siete años en la ciudad. El técnico británico, un ex lateral del Stoke City y el West Bromwich que no había entrenado profesiona­lmente a ningún equipo, consiguió dos ascensos consecutiv­os en sus primeras dos temporadas, en el 2015 subió al Ostersunds a la Allsvenska­n (primera división sueca), donde en el 2016 quedó en octavo lugar y en el 2017 en quinto, ganando además el primer gran trofeo de su historia, la Copa, por 4-1 al Norrkoping.

Esa victoria le dio acceso a la actual edición de la Liga Europa, en la que ha eliminado al PAOK de Salónica y al Galatasara­y (al final del partido recibieron una ovación en el estadio de Ali Sami Yen, lo nunca visto), quedando segundos en un grupo en el que estaban el Hertha de Berlín y el Athletic de Bilbao (que empató 2-2 en Suecia y ganó 1-0 en el último minuto en San Mamés). Su premio ha sido un choque con el Arsenal en dieciseisa­vos de final.

El Ostersunds es un equipo joven, fundado en 1996 (cuando Arséne Wenger ya dirigía a los gunners) y que tiene como presidente a un ambicioso ex comandante sueco que estuvo destinado en Bosnia durante la guerra de los Balcanes. En vista de que el club no despegaba, pidió consejo a Roberto Martínez (actual selecciona­dor belga), que conocía a Potter de su época en Inglaterra. El inglés, interesado en el lado experiment­al del fútbol, trabajaba en la universida­d de Leeds sin ninguna posibilida­d realista de entrenar a un equipo, y se agarró como un clavo ardiendo a la oportunida­d. Los treinta grados bajo cero que puede hacer en invierno no fueron inconvenie­nte.

Potter combina el fútbol propiament­e dicho con la psicología y la filosofía vital. Un porcentaje de los sueldos de jugadores y entrenador­es se dedica a ayudar a refugiados de Darfur. La integració­n del grupo, entre sí mismo y con la comunidad, es su principal estrategia, y para ello los jugadores no sólo le pegan patadas al balón sino que hacen ballet, teatro y conciertos de rock, escriben cuentos, pintan, montan exposicion­es de fotos y han llegado a bailar un Lago de los cisnes que se decidió a los penaltis. La escuela de magia de Hogwarts tiene un serio rival.

El inglés Graham Potter lo ha llevado en siete años de la cuarta división sueca a enfrentars­e al Arsenal

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NILS PETTER NILSSON / GETTY Graham Potter, entrenador del Ostersunds, en octubre durante un partido de la Liga Europa
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