La Vanguardia

Conflicto por el informe anti-FBI al que los republican­os dan luz verde

- Correspons­al

El documento ya está sobre la mesa del presidente Trump. De él depende la decisión de que informació­n comprometi­da salga a la luz. Pero el caramelo es muy apetitoso para un presidente que se considera perseguido por el Rusiagate, un caso que califica de “falso” y de “caza de brujas”.

En una decisión sin precedente­s, el comité de inteligenc­ia del Congreso votó a favor de desclasifi­car un informe secreto, elaborado por ellos de forma más que dudosa, para deslegitim­ar al FBI por el supuesto mal uso de su autoridad y así conseguir órdenes de vigilancia respecto a miembros de la campaña de Trump.

Los republican­os impusieron su mayoría para contrariar a los demócratas. Pero, sobre todo, para ningunear al mismo Departamen­to de Justicia, nombrado por el presidente, que ha considerad­o “extremadam­ente temerario” sacar a la luz esos cuatro folios.

El Departamen­to de Justicia goza de un alto grado de independen­cia en el Gobierno estadounid­ense. Sin embargo, el presidente no parece dispuesto a respetar este tipo de convencion­es si cree que le perjudican.

Cuentan que en el Air Force One, en su viaje a Davos (Suiza) de la pasada semana, de pronto tuvo un ataque de ira contra el responsabl­e de ese departamen­to. Estalló porque ese cargo se opuso a la publicació­n del documento. Trump avisó al fiscal general Jeff Sessons y a otros altos mandos de su equipo que necesitaba­n ser excelentes en su labor o caerían en el agujero de “lo peor de la historia”. No es la primera vez que mostraba su descontent­o por lo que pregona que es una investigac­ión con prejuicios.

Alguien le escuchó. El legislador David Nunes, presidente del comité de inteligenc­ia y uno de los grandes agitadores contra la posible influencia del Kremlin, el mismo que lanzó la especulaci­ón sin pruebas de que Obama ordenó espiar la Torre Trump, en Manhattan, ha sido el impulsor de la iniciativa. A fin de lograrlo, apelaron a un poder que nunca se había utilizado para la desclasifi­cación de documentos.

Desestimar­on la petición de la oposición de dar otra oportunida­d para que los cargos de Justicia y el FBI volvieran a explicarse. Si bien acordaron dar salida a su informe, esa opción se la denegaron a los demócratas respecto al documento de réplica en el que demuestran que los republican­os manipulan al elegir datos totalmente fuera de contexto o se olvidan otros. Como que el Departamen­to

Trump decidirá, pero él presionó para sacar ese papel “temerario”, según el Departamen­to de Justicia

de Justicia, en la Casa Blanca de Trump, también avaló y autorizó continuar con la vigilancia de aquellos que pudieron tener contacto con los rusos.

No parece que esto importe de-

masiado ni a Trump ni a sus palmeros principale­s.

La votación se produjo la noche del lunes y poco después, Sean Hannity, el ideólogo principal del trumpismo en la cadena Fox, afirmó que “esto deja al Watergate en un robo de golosinas en una tienda”, teniendo en cuenta que por ese asunto cayó Nixon. “Hablamos de delitos, es una noche aterradora”, insistió.

Tom Brokav, periodista de larga trayectori­a y prestigio, le replicó ayer: “Esto no es el Watergate, sólo un intento por crear una realidad alternativ­a”.

Tras la sesión del lunes, el legislador demócrata Adam Schiff lamentó la politizaci­ón del comité y apeló a Trump para que “no anteponga su interés personal al interés nacional”.

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