El ‘califato’, contra Hamas
Los yihadistas que tienen como líder a Abu Bakr el Bagdadi, lejos de aceptar una derrota en Siria e Irak, amplían cada día su espectro de enemigos. Tras perseguir a muerte a los talibanes en Afganistán han declarado formalmente la guerra al grupo terrorista palestino Hamas. Convencidos, tal como proclaman en todas sus publicaciones, de que ellos son los únicos depositarios de la verdad revelada, su guerra se hace paradójicamente cada día más global. Los yihadistas del EI consideran apóstata que debe morir a cualquier musulmán que no sea suní exactamente a su modo y, por la misma línea de razonamiento, a todos los islamistas radicales que limiten su lucha a un ámbito nacionalista. Y en ese punto es donde encuentran a Hamas y a los talibanes. Para los yihadistas del EI el objetivo superior es imponer la charia y el califato en el mundo, de modo que cualquier otro propósito se desvía del fin supremo y por lo tanto es preciso evitarlo.
Su concepto de califato no acepta localismos, ni estados convencionales, ni países. Lo demostraron convirtiendo en un único territorio buena parte de Siria e Irak y lo proclaman en su propaganda visual, en la que es frecuente toparse con la imagen de un soldado del califato pisando la palabra nacionalismo. La misma concepción universal la aplican cuando atentan en las calles de cualquier ciudad del mundo.
Fue el pasado 3 de enero cuando el EI notificó su declaración de guerra al Movimiento de Resistencia Islámica palestina, Hamas, considerado grupo terrorista y perseguido por Israel, Estados Unidos, Canadá, Japón, la Unión Europea y Egipto. Lo hicieron a través de un vídeo de 22 minutos de duración en el que grabaron a un soldado de la zona del Sinaí asesinando de un tiro en la nuca a un prisionero arrodillado al que acusaron de ser un colaborador de Hamas. El mensaje no podía ser más explícito.
Los yihadistas, fieles a una ideología y propósitos claramente anunciados el lunes 14 de julio de 2014 en el primer número de su revista Dabiq, amenazaba en el vídeo aludido con un destino idéntico para los chiíes y cristianos cercanos a Hamas, entre otras razones también por su “fracaso” a la hora de impedir que EE.UU. reconociera Jerusalén (Al Quds) como la capital de Israel. Un reconocimiento que también está detrás de la ruptura de la Autoridad Nacional Palestina con Estados Unidos.
“Nunca os rindáis. Usad explosivos, pistolas silenciadas o bombas caseras”, dicen en la grabación del EI, que incita a atacar a Hamas allá donde sea posible en la franja de Gaza para destruir “los pilares de la tiranía que sostiene su trono”. En su declaración, el EI no olvida su objetivo final y acusa a Hamas de infiel como partícipe de una apostasía que consideran que se acentúa con las alianzas del grupo terrorista palestino con Irán y con Hizbulah en Líbano.
Desde Israel se observa este movimiento de ficha del EI atentamente pero con prudencia. De hecho la seguridad israelí está más preocupada por Hamas y por el hallazgo y destrucción de los tremendos túneles construidos por esa organización para “realizar ataques contra Israel”, en palabras del portavoz militar Jonathan Conricus. Unos túneles de muy alto coste de construcción –unos 120 millones de euros el último– que sólo se puede permitir un grupo terrorista tan floreciente como el palestino, que, como se recordará, en el 2014 fue señalado por la revista Forbes Israel como el segundo más rico del mundo, detrás precisamente del Estado Islámico, aunque es muy probable que en este momento se haya colocado en primer lugar.
No obstante, la información de seguridad que llega desde la región, mejor dicho, desde el atormentado Sinaí egipcio, alerta de que el Estado Islámico está tratando de reforzar su posición, tanto en aquella península en general como en las proximidades de Gaza en particular, a base de crear grupos pequeños de combatientes que se hagan fuertes entre los palestinos, circunstancia que avalaría un futuro con más violencia en la zona. En cualquier caso, advierten fuentes de la seguridad israelí, el Estado Islámico tiene en su punto de mira a Hamas desde hace años. Nunca lo han ocultado, como lo demuestran tuits de hace tres años en los que se acusaba al gobierno de Hamás de apostasía y de no contribuir a la yihad. Y lo mismo, señalan las mismas fuentes, sucede con otros líderes salafistas egipcios, que afirman públicamente que no es correcto ayudar a los habitantes de Gaza porque no siguen al líder correcto.
En definitiva, una interpretación metafísica y teológica de una
El EI desaprueba la lucha nacionalista del grupo palestino y sus contactos con Irán e Hizbulah en Líbano
guerra global que no se puede explicar (sólo) con principios políticos. Una concepción del enemigo que amplía su frente ilimitadamente al incluir una y otra vez a todos los que no piensan como ellos, sin excepción. Aunque en su gama de prioridades primero están los musulmanes “equivocados”, luego los “cruzados” (judíos y cristianos) y más allá el resto de “descreídos”.