La Vanguardia

El sur de Yemen cae en manos de los separatist­as

Arabia Saudí y los Emiratos se enfrentan en Adén

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El puerto de Adén, en el sur de Yemen, cayó ayer en manos de una guerrilla separatist­a que ha sido entrenada y equipada por los Emiratos Árabes Unidos. Los soldados de Arabia Saudí lograron proteger, en última instancia, al Gobierno atrinchera­do en el palacio presidenci­al de la ciudad. La absurda guerra de Yemen escribe así un nuevo capítulo para desespero de una población que, además de vivir desde hace años bajo las bombas, se enfrenta al hambre, la sed y el cólera.

Arabia Saudí y los Emiratos forman parte de la misma coalición que, desde el 2015, lucha contra los rebeldes hutíes. Estados Unidos apoya esta fuerza militar, que también se nutre de armas y munición europeas.

Los hutíes tienen el apoyo de Irán y desde el 2014 controlan Saná, la capital, así como los puertos del mar Rojo, es decir, la zona más desarrolla­da de un Yemen que pasa por ser el más pobre de los países árabes. La guerra ha causado 10.000 muertos y desplazado a tres millones de personas, según la ONU.

Al perder el control de Saná, el presidente Mansur Hadi se refugió en Riad. Los saudíes han sido sus aliados desde entonces. El Gobierno se instaló en Adén y ahora está dirigido por el primer ministro Ahmed Obaid bin Dagar, que ayer permanecía cercado en el palacio presidenci­al de la ciudad. Lo acompañaba­n unos cuantos ministros y la guardia saudí, que mantenía a raya a la milicia separatist­a.

Esta milicia responde al nombre de Fuerza de Resistenci­a del Sur y es el brazo armado del Consejo Sureño de Transición. Estas institucio­nes son un invento de los Emiratos que, desde hace un año, las han financiado, armado y entrenado.

Los Emiratos no se fían de Hadi. Lo vinculan con la rama yemení de los Hermanos Musulmanes, la cofradía islamista que las primaveras árabes llevaron al poder en Túnez y Egipto. Arabia Saudí, los Emiratos, Egipto, Estados Unidos y otros países consideran que los Hermanos son una organizaci­ón terrorista.

Cuesta entender cómo los saudíes apoyan a Hadi y los emiratíes no. Lo que está muy claro es que ambos países luchan por su zona de influencia en Yemen.

Las milicias separatist­as, que ayer paseaban la vieja bandera de Yemen del Sur por las calles de Adén, han combatido a Al Qaeda –otro de los actores de este conflicto– en la zona de Shabwa, la más rica en petróleo.

Yemen se reunificó en 1990. El Sur era un estado socialista, en la órbita de la Unión Soviética. La caída del muro de Berlín favoreció su incorporac­ión al Norte y su entrada en la esfera de influencia de Estados Unidos. Hadi es de Adén pero defiende la unidad de Yemen.

Los separatist­as le dieron un ultimátum para que reemplazar­a a su Gobierno. Querían la cabeza de Dagar. Hadi no se la dio y el domingo empezaron los combates en Adén. Desde entonces han muerto 36 personas y otras 185 han resultado heridas, según un balance de la Cruz Roja.

Estados Unidos ha pedido a las partes que retomen el diálogo. Le interesa que la alianza militar que combate a los hutíes se mantenga unida. Atacar a estos rebeldes del norte de Yemen es hacerlo también a Irán, el gran rival de Arabia Saudí, Israel y EE.UU. en la región. La paradoja es que Al Qaeda y el Estado Islámico, sin duda las organizaci­ones que más estragos causan en Occidente, han aprovechad­o este galimatías geoestraté­gico para hacerse fuertes en el sur y el interior de Yemen.

Estados Unidos pide diálogo para salvar la alianza militar que lucha contra los hutíes, aliados de Irán

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FAWAZ SALMAN / REUTERS Separatist­as del sur de Yemen con un carro de combate, ayer, cerca del puerto de Adén

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