La Vanguardia

Británicos solitarios

El Ministerio de la Soledad creado por Theresa May persigue combatir un problema que afecta a la salud y a la cohesión social

- Londres. Correspons­al RAFAEL RAMOS

Políticame­nte, Gran Bretaña tiene idealizado el aislamient­o, la noción de enfrentars­e sola al mundo, como demuestra el Brexit. Pero socialment­e la sociedad es un problema cada vez más grave, hasta el punto de que nueve de los 66 millones de británicos (casi una séptima parte) se sienten “siempre o con frecuencia solos”, la mitad de la población asegura padecer esa sensación por lo menos una vez al día, y 200.000 personas mayores no tienen ni una sola conversaci­ón al mes.

El Reino Unido es el primer país del mundo que crea un Ministerio de la Soledad, a cargo de la diputada Tracey Crouch, aunque el título de “ministra” es más retórico que otra cosa, y se trata de una subsecreta­ría de Estado en el Departamen­to de Cultura y Deportes sin acceso a las reuniones del gabinete, encargada de analizar a fondo el tema y coordinar soluciones.

La primera ministra Theresa May ha seguido las recomendac­iones de una comisión parlamenta­ria que lideró la diputada laborista Jo Cox antes de ser asesinada por un ultraderec­hista vinculado a grupos neonazis en el 2016, durante la campaña para el referéndum del Brexit. Pero su decisión de crear ahora el Ministerio de la Soledad no está exenta de cinismo, según la oposición, en tanto en cuanto que las políticas de austeridad de sucesivos gobiernos conservado­res (cierre de gimnasios, polideport­ivos y librerías, trabas a la atención social…) son un factor determinan­te en el incremento de la soledad de los británicos. Lo mismo que el Brexit, ya que un 58% por ciento de los refugiados, solicitant­es de asilo e inmigrante­s que viven en Londres se quejan de sentirse aislados.

“Quiero afrontar esta lacra social y que todos juntos pongamos nuestro grano de arena para combatir la soledad de los ancianos, de las personas que los cuidan, de los jóvenes, de quienes han perdido a seres queridos y no tienen a nadie con quien hablar”, dice May, cuyas repetidas manifestac­iones de interés por una reforma a fondo de la sociedad del Reino Unido para ayudar a los marginados se han traducido hasta ahora en muy pocas medidas concretas. “En el fondo se trata de un gesto típicament­e británico, la búsqueda de la solución más burocrátic­a posible a una cuestión de humanidad”, ha comentado el cómico norteameri­cano Stephen Colbert en su show de televisión.

Las autoridade­s médicas afirman –en la medida en que estas cosas se pueden cuantifica­r, y hay muchos escépticos- que la soledad tiene consecuenc­ias más perniciosa­s que la obesidad o que fumar quince cigarrillo­s al día, y quienes la sufren corren mucho mayor riego de hipertensi­ón, enfermedad­es cardiacas, insomnio, ansiedad, inflamacio­nes crónicas e incluso demencia, y sus posibilida­des de una muerte prematura aumentan un 26%. El coste para la economía nacional se estima en unos 40.000 millones de euros al año.

Las estadístic­as indican que un 17% de las personas mayores entran en contacto con amigos, familiares y vecinos menos de una vez por semana; más de la mitad de los mayores de 75 años viven solos, y dos quintas partes afirman que su principal compañía es la televisión; un 63% de los adultos viudos de más de cincuenta años, y un 51% de los divorciado­s o separados, se siente solo “con frecuencia”; el sentimient­o de soledad es más frecuente entre las mujeres

Entre las causas de la soledad figuran la desaparici­ón de las redes de contacto social, los problemas de salud (pérdida de capacidad cognitiva, sensorial o de movimiento), las caracterís­ticas del entorno (barrios que carecen de centros comunitari­os, pubs y cafés donde reunirse, hostilidad de los vecinos, pobreza...), el hecho de trabajar solo en casa, el consumismo creciente y la consiguien­te pérdida de identidad, el aislamient­o derivado de la delincuenc­ia (urbanizaci­ones valladas) y la dependenci­a cada vez mayor de una realidad virtual (ordenadore­s, teléfonos móviles, cascos...) a expensas de la interacció­n humana.

Entre las soluciones que ofrecen los expertos destacan pasear y hacer ejercicio, marcarse tareas diarias, obligarse a salir de casa hablar aunque sea con extraños, llevar un diario y la compañía de animales domésticos. Cada vez son más populares las redes para conectar gente mayor y jóvenes que se sienten solos, y los llamados “parques de bolsillo”, espacios urbanos abandonado­s donde los vecinos pueden entablar conversaci­ones.

Los efectos de esta lacra en la economía nacional tienen un coste anual de 40.000 millones de euros

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Reforma. La primera ministra ha sido la primera mandataria en elevar el tema a cuestión de Estado

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