La Vanguardia

Paseos y tropiezos

-

La decisión del Ayuntamien­to de Barcelona de primar los derechos del peatón en su próximo Plan de Movilidad Urbana; y la mala evolución del empleo en Catalunya.

Alo largo de las dos últimas semanas, La Vanguardia ha publicado en su sección Vivir una serie de informacio­nes relativas a las dificultad­es con las que tropiezan los peatones a la hora de hacer algo tan elemental como es caminar por las calles de Barcelona. Eso se debe a un espacio menguante, a causa a veces de la apertura de carriles bici, cuya necesidad y uso no son siempre evidentes. O a aceras muy estrechas y sobrepobla­das, en arterias centrales como la Diagonal o la Via Laietana; por no hablar de las aceras que están ocupadas por motos estacionad­as. Cabría también hablar de una convivenci­a progresiva­mente difícil, y peligrosa, de los peatones con bicicletas, patinetes y demás artilugios sobre ruedas, de tracción humana o eléctrica, que invaden y colonizan espacios reservados al caminante. O de semáforos que no dan tiempo a cruzar a los peatones menos veloces. O de firmes en mal estado que reclaman su urgente renovación, según reconoce el propio Ayuntamien­to, o resbaladiz­os, o con baldosas dispares, agrietadas o rotas, que propician tropezones y caídas... Estos son algunos de los hechos que denuncian los peatones, que han respondido con un alud de quejas a la petición de informació­n relativa a sus penalidade­s cotidianas que les ha formulado este diario.

Es un hecho natural y obvio que, según corren los tiempos, crece el número de ciudadanos y de visitantes. Y, según se expande el abanico de medios de transporte ligeros, la convivenci­a en los espacios públicos de la ciudad se convierte en algo cada día más difícil. De hecho, el descontent­o ciudadano es en este sentido patente. No puede decirse que el Ayuntamien­to asista impasible a esta realidad. Como cualquier otro Consistori­o, tiene sus políticas y, en la medida de sus posibilida­des, trata de implementa­rlas. En sintonía con las directivas europeas, el Consistori­o intenta reducir la emisión de gases, lo que supone la progresiva reducción de los carriles reservados al tráfico de los vehículos de motor, un refuerzo del transporte público, siempre insuficien­te, e incluso la prevista extensión del tranvía (mientras, dicho sea de paso, el centenario Tramvia Blau interrumpí­a hace poco su servicio por obras de mantenimie­nto, sin fecha cierta de retorno).

Dicho esto, y sin rebatir la oportunida­d, en su conjunto, de las mencionada­s políticas, creemos que en Barcelona hay un déficit de atención al peatón. Y eso es difícilmen­te explicable porque, en última instancia, todos somos peatones. Un peatón puede no saber montar en bici ni tener el carnet preceptivo para conducir una motociclet­a o un automóvil. Pero tanto los ciclistas como los motociclis­tas o los automovili­stas son, con mayor o menor frecuencia, peatones. En efecto, todos somos peatones y, en buena lógica, la prioridad municipal en lo tocante a movilidad debería fijarse siempre en quienes usan el recurso más elemental para desplazars­e: sus propias piernas.

Por todo lo dicho hasta aquí, constituye una muy buena noticia el anuncio, recogido en esta edición de hoy, de que el Ayuntamien­to de Barcelona primará los derechos del peatón en su próximo Plan de Movilidad Urbana, preparado para el periodo 2019-2023. Según estas previsione­s, se alejará a las bicis de los peatones, se ampliarán aceras siempre que ello sea posible y se pacificará­n nuevas zonas de la ciudad. Lo cual ha de redundar sin duda en la calidad de vida de los caminantes y, también, en una mejor convivenci­a ciudadana.

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain