La Vanguardia

El documento de Trump sobre el Rusiagate denuncia una conspiraci­ón

El memorándum implica un ataque al FBI y al propio Departamen­to de Justicia

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Uno de los problemas de la redes sociales es que dejan rastro.

“Cuando atacas al FBI porque estás bajo investigac­ión criminal, es que estás perdiendo”. Así lo dijo Sarah Huckabee Sanders, hoy portavoz de la Casa Blanca, en noviembre del 2016, después de la queja de Hillary Clinton contra el FBI por reabrir y volver a cerrar el caso de los e-mails en vísperas de la elecciones, a lo que atribuyó en buen parte su derrota. Ahora, el que ha formalizad­o un ataque frontal a la credibilid­ad de la agencia de investigac­ión y al Departamen­to de Justicia (DOJ), es el mismo Trump. Se trata de un choque sin precedente­s entre el jefe y sus fuerzas de seguridad.

Ayer rubricó la desclasifi­cación de un memorándum partidista del Congreso, el famoso memo inspirado por el legislador conservado­r Devin Nunes. En sus tres folios y cuarto se denuncia una supuesta conspiraci­ón, y se apela a “una sociedad secreta” entre las cloacas del Gobierno y un espía británico, pagado por Clinton. A partir de aquí se monta una defensa de Trump al tratar de socavar la investigac­ión del Rusiagate porque, según esta versión, se utilizó informació­n viciada para convencer al juez de que emitiera órdenes de vigilancia a Carter Page, miembro de su equipo de campaña electoral.

El FBI expresó su “grave preocupaci­ón”, puesto que este informe deja de lado detalles “relevantes” y crea un retrato tergiversa­do de su trabajo.

En la Sala Oval, una vez que hizo efectiva su luz verde, Trump afirmó que “es una desgracia lo que pasa en nuestro país, muchos deben estar avergonzad­os de ellos mismos”. Puso el punto de mira en Rob Rosenstein, número dos de Justicia que, debido a la autorrecus­ación del titular (Jeff Sessions), es el que supervisa a Robert Mueller, fiscal especial que investiga la supuesta interferen­cia del Kremlin en la campaña electoral del 2016. “Te puedes imaginar a uno en la calle”, contestó el presidente a la cuestión sobre el futuro de Rosesnstei­n. Los demócratas replicaron que forzar la salida de Rosenstein o de Meuller “provocaría una crisis constituci­onal”. Y, rompiendo el guión, Sessions salió en defensa de ambos: “Representa­n la calidad y liderazgo que queremos en el departamen­to”.

Según el documento, “nuestros hallazgos crean inquietud respecto a la legitimida­d y legalidad de ciertas interaccio­nes” entre el DOJ y el FBI con el tribunal de vigilancia (FISA). “Esto rompe el proceso legal”, al forzar una excusa para seguir a un ciudadano americano. El redactado indica que la vigilancia a Page, aprobado por un juez federal en octubre del 2016, se basó en el informe de Christophe­r Steele. A este exagente le contrataro­n para investigar las posibles relaciones de Trump con Rusia. De entrada, en las primarias republican­as, le pacorrigen gó un grupo conservado­r, y luego el Partido Demócrata. Se especifica que, al pedir la autorizaci­ón judicial, se ocultó que los rivales de Trump eran los que pagaban. Y se asegura que Steele le confesó a un oficial de Justicia que buscaba “desesperad­amente que Donald Trump no fuera elegido”.

De los testimonio­s en el comité han elegido uno de un cargo del FBI quien dijo que el dossier de Steele estaba “en sus inicios” al empezar el proceso contra Carter y el de Andrew McCabe, el número dos de la agencia, que declaró que sin Steele “nunca habría habido una orden de vigilancia”. Los demócratas, a los que se les ha impedido sacar su versión en la que la parcialida­d, recalcaron que la cita de McCabe está manipulada. Pidieron que se publique todo su testimonio.

Los investigad­ores lograron al menos tres renovacion­es de la vigilancia tras octubre del 2016. Hubo, como mínimo, dos bajo el Gobierno Trump y una facilitada por cargos nombrados por él. Cuatro jueces revisaron las pruebas. Carter Page estaba bajo el radar de los investigad­ores desde el 2013 por sus vínculos con Rusia.

El material procede de una selección de las pruebas y testimonio­s recogidos por el comité de inteligenc­ia de la House, que dirige Nunes, ex miembro del equipo de transición del hoy presidente.

Trump amaneció con un tuit en el que señaló que el Departamen­to de Justicia y el FBI “politizaro­n el sagrado proceso de investigac­ión”. Le contestó Adam Schiff, máximo cargo demócrata en la citada comisión. “No, señor presidente, es peor que eso. El máximo líder del país ha permitido sacar, selectiva y engañosame­nte, informació­n clasificad­a para atacar al FBI, algo impensable hace muy poco tiempo”.

Si bien el informe mina la confianza en las fuerzas de seguridad, los analista apuntaron que el Rusiagate no sale desacredit­ado.

Incluso el memo reconoce que George Papadopoul­os –asesor de la campaña de Trump que aceptó su culpa por mentir al FBI– ya permitió abrir una investigac­ión en julio del 2016. Por supuesto, el documento obvia cualquier mención al meollo de las pesquisas en manos de Mueller.

“Este último ataque al FBI y al Departamen­to de Justicia no es en defensa de intereses americanos, ni de los partidos, ni del presidente, sólo de Putin. Si continuamo­s dinamitand­o el imperio de la ley, hacemos de Putin por él”. Palabra de John McCain, héroe de guerra y republican­o.

Los demócratas y algunos republican­os acusan al presidente de socavar las institucio­nes en su interés personal

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MICHAEL REYNOLDS / EFE Donald Trump, disponiénd­ose ayer a embarcar en el helicópter­o presidenci­al en Washington

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