El documento de Trump sobre el Rusiagate denuncia una conspiración
El memorándum implica un ataque al FBI y al propio Departamento de Justicia
Uno de los problemas de la redes sociales es que dejan rastro.
“Cuando atacas al FBI porque estás bajo investigación criminal, es que estás perdiendo”. Así lo dijo Sarah Huckabee Sanders, hoy portavoz de la Casa Blanca, en noviembre del 2016, después de la queja de Hillary Clinton contra el FBI por reabrir y volver a cerrar el caso de los e-mails en vísperas de la elecciones, a lo que atribuyó en buen parte su derrota. Ahora, el que ha formalizado un ataque frontal a la credibilidad de la agencia de investigación y al Departamento de Justicia (DOJ), es el mismo Trump. Se trata de un choque sin precedentes entre el jefe y sus fuerzas de seguridad.
Ayer rubricó la desclasificación de un memorándum partidista del Congreso, el famoso memo inspirado por el legislador conservador Devin Nunes. En sus tres folios y cuarto se denuncia una supuesta conspiración, y se apela a “una sociedad secreta” entre las cloacas del Gobierno y un espía británico, pagado por Clinton. A partir de aquí se monta una defensa de Trump al tratar de socavar la investigación del Rusiagate porque, según esta versión, se utilizó información viciada para convencer al juez de que emitiera órdenes de vigilancia a Carter Page, miembro de su equipo de campaña electoral.
El FBI expresó su “grave preocupación”, puesto que este informe deja de lado detalles “relevantes” y crea un retrato tergiversado de su trabajo.
En la Sala Oval, una vez que hizo efectiva su luz verde, Trump afirmó que “es una desgracia lo que pasa en nuestro país, muchos deben estar avergonzados de ellos mismos”. Puso el punto de mira en Rob Rosenstein, número dos de Justicia que, debido a la autorrecusación del titular (Jeff Sessions), es el que supervisa a Robert Mueller, fiscal especial que investiga la supuesta interferencia del Kremlin en la campaña electoral del 2016. “Te puedes imaginar a uno en la calle”, contestó el presidente a la cuestión sobre el futuro de Rosesnstein. Los demócratas replicaron que forzar la salida de Rosenstein o de Meuller “provocaría una crisis constitucional”. Y, rompiendo el guión, Sessions salió en defensa de ambos: “Representan la calidad y liderazgo que queremos en el departamento”.
Según el documento, “nuestros hallazgos crean inquietud respecto a la legitimidad y legalidad de ciertas interacciones” entre el DOJ y el FBI con el tribunal de vigilancia (FISA). “Esto rompe el proceso legal”, al forzar una excusa para seguir a un ciudadano americano. El redactado indica que la vigilancia a Page, aprobado por un juez federal en octubre del 2016, se basó en el informe de Christopher Steele. A este exagente le contrataron para investigar las posibles relaciones de Trump con Rusia. De entrada, en las primarias republicanas, le pacorrigen gó un grupo conservador, y luego el Partido Demócrata. Se especifica que, al pedir la autorización judicial, se ocultó que los rivales de Trump eran los que pagaban. Y se asegura que Steele le confesó a un oficial de Justicia que buscaba “desesperadamente que Donald Trump no fuera elegido”.
De los testimonios en el comité han elegido uno de un cargo del FBI quien dijo que el dossier de Steele estaba “en sus inicios” al empezar el proceso contra Carter y el de Andrew McCabe, el número dos de la agencia, que declaró que sin Steele “nunca habría habido una orden de vigilancia”. Los demócratas, a los que se les ha impedido sacar su versión en la que la parcialidad, recalcaron que la cita de McCabe está manipulada. Pidieron que se publique todo su testimonio.
Los investigadores lograron al menos tres renovaciones de la vigilancia tras octubre del 2016. Hubo, como mínimo, dos bajo el Gobierno Trump y una facilitada por cargos nombrados por él. Cuatro jueces revisaron las pruebas. Carter Page estaba bajo el radar de los investigadores desde el 2013 por sus vínculos con Rusia.
El material procede de una selección de las pruebas y testimonios recogidos por el comité de inteligencia de la House, que dirige Nunes, ex miembro del equipo de transición del hoy presidente.
Trump amaneció con un tuit en el que señaló que el Departamento de Justicia y el FBI “politizaron el sagrado proceso de investigación”. Le contestó Adam Schiff, máximo cargo demócrata en la citada comisión. “No, señor presidente, es peor que eso. El máximo líder del país ha permitido sacar, selectiva y engañosamente, información clasificada para atacar al FBI, algo impensable hace muy poco tiempo”.
Si bien el informe mina la confianza en las fuerzas de seguridad, los analista apuntaron que el Rusiagate no sale desacreditado.
Incluso el memo reconoce que George Papadopoulos –asesor de la campaña de Trump que aceptó su culpa por mentir al FBI– ya permitió abrir una investigación en julio del 2016. Por supuesto, el documento obvia cualquier mención al meollo de las pesquisas en manos de Mueller.
“Este último ataque al FBI y al Departamento de Justicia no es en defensa de intereses americanos, ni de los partidos, ni del presidente, sólo de Putin. Si continuamos dinamitando el imperio de la ley, hacemos de Putin por él”. Palabra de John McCain, héroe de guerra y republicano.
Los demócratas y algunos republicanos acusan al presidente de socavar las instituciones en su interés personal