La Vanguardia

La vaca que se emancipó

Una vaca polaca que huyó del matadero para seguir a una manada de bisontes alarma a los científico­s

- GEMMA SAURA Barcelona

La emancipaci­ón de una vaca polaca, que escapó del redil para correr libre junto a una manada de bisontes salvajes, ha enternecid­o a los amantes de la naturaleza pero se ha convertido también en un nada desdeñable quebradero de cabeza para los científico­s.

La vaca rebelde fue descubiert­a en noviembre por Adam Zbyry, un ornitólogo de 35 años que trabaja en el bosque de Bialowieza, en el este de Polonia. “Volvía a casa y vi a una manada de bisontes en el campo. Me fijé que uno tenía un color anaranjado, que destacaba entre el marrón oscuro del resto”, recuerda. Pensando que sería una mutación, cogió los binoculare­s. Vio entonces que era una vaca limusina, una raza habitualme­nte criada en Polonia para carne. Tomó fotos y las colgó en Facebook. “Me pareció curioso, pero no le di mucha importanci­a. Ni siquiera bajé del coche para hacer las fotos”, admite divertido ante el revuelo que se montó. Logró más de 1.500 me gusta, cuando sus entradas suelen rondar los cien.

Además de television­es y radios, le escribió un ganadero. Era el dueño. La vaca, que tiene un año, se le escapó en septiembre con tres compañeras. Las otras volvieron. Pensó que estaría muerta y estaba de parranda con los bisontes.

El dueño pensó en recuperarl­a pero lo desestimó. “Necesitas un permiso para utilizar la pistola de anestesia y un vehículo especial para cargar la vaca. Y no es fácil capturarla si la manada de bisontes la protege”, señala Zbyry.

Entre Polonia y Bielorrusi­a, Bialowieza es un tesoro para los naturalist­as. Último vestigio en Europa del bosque primigenio que cubría el continente hace milenios, su biodiversi­dad está protegida por la Unesco. Ha sido objeto de una (la enésima) disputa entre la UE y Polonia, por las talas que autorizó el Gobierno desoyendo a los conservaci­onistas. Además de los pájaros que protege Zbyry, alberga la mayor reserva de bisontes europeos en libertad. Durante los meses de frío salen del espesor del bosque hacia los campos de maíz y colza que rodean Bialowieza y se alimentan de los restos de cultivos. En primavera regresan al bosque.

Es la primera vez en los 25 años que lleva en Bialowieza que Rafal Kowalczyk, director del Instituto de Investigac­ión de Mamíferos de la Academia Polaca de Ciencias, ve una vaca viviendo con los bisontes. “Es bastante único. Ambas especies viven en manada, segurament­e los bisontes pasaron cerca y ella los siguió”, aventura. Con ellos come mejor, ya que los bisontes saben hallar alimentos en la nieve, algo difícil para una vaca de granja. Y también tiene protección: sola sería una presa fácil en una zona con una gran población de lobos.

Kowalczyk pudo fotografia­rla hace unos días: “Ha sido aceptada por la manada, aunque no está del todo integrada. Suele andar alejada y no sabe leer las señales que envía la hembra jefa”, dice.

Pero donde los animalista­s ven un símbolo, la historia de una rebelde que ha escapado a su destino en el matadero para elegir la libertad, el científico ve una amenaza. Lo que le preocupa es que la vaca haga demasiadas buenas migas con un bisonte. La hibridació­n supondría un riesgo de contaminac­ión genética de una especie que se extinguió en libertad en la Primera Guerra Mundial y fue arduamente recuperada a partir de bisontes en cautiverio. Esto es un factor que les hace aún más vulnerable­s, pues su reserva genética procede de sólo siete ejemplares. “Una contaminac­ión adicional es muy peligrosa”, advierte Kowalczyk. En los años sesenta y setenta, científico­s polacos lograron que vacas hembras y bisontes machos se apareasen pasado un cierto tiempo juntos. Sus descendien­tes machos eran estériles pero no sus hembras.

Por eso Kowalczyk cree que hay que actuar cuanto antes: recomendar­á a la dirección del parque nacional de Bialowieza que separe a la intrusa de sus amigos y la devuelva a su dueño sin esperar a la llegada de la primavera. No está claro si la vaca seguiría a la manada cuando se adentre en el bosque, lo que supondría salir de su hábitat, pero no quiere correr ese riesgo.

“Sé que la gente no estará contenta cuando lo hagamos. Incluso me han escrito ofreciendo dinero para comprar la vaca al ganadero y que pueda quedarse con los bisontes –dice el científico–. La verdad, ¡estoy harto de esta vaca!”.

Los animalista­s ven un símbolo; los expertos, una amenaza genética para el bisonte

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RAFAL KOWALCZYK / AP Rebelde. La vaca fue retratada el 20 de enero por el científico Rafal Kowalczyk (abajo) con la manada de bisontes, que parece aceptarla
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