Ya nadie confía en nadie
La oposición al completo, desde el PP hasta la CUP, retira o niega la confianza a la alcaldesa y aplaza otro mes la aprobación del presupuesto
Estos días, en el Ayuntamiento de Barcelona, sólo se habla de confianza... quizás porque se ha perdido por completo. El jueves, el consejero delegado de la GSMA, John Hoffman, invitaba a las instituciones, preocupadas por el futuro del Mobile World Congress, a recuperar la fe en la ciudad, una fe extraviada en el inolvidable final del 2017. Veinticuatro horas después, el pleno municipal retiró ayer la confianza a Ada Colau en una sesión que puso de manifiesto la soledad de la alcaldesa –no sumó ni un solo voto a los de sus once concejales– y la incapacidad de los grupos de la oposición para ponerse de acuerdo e intentar derrocar a un gobierno al que, de un modo u otro, todos tachan de desastroso.
La imposibilidad de aprobar los presupuestos por vía ordinaria ha llevado a la alcaldesa a plantear, por segunda vez en este mandato, una cuestión de confianza. Fue rechazada con 11 votos a favor y 30 en contra (toda la oposición). Se abre así un período que expirará el 2 de marzo para que los adversarios de Colau propongan un candidato alternativo a la alcaldía. Puro formalismo. En este Ayuntamiento en el que nadie se fía de nadie (ni la oposición del gobierno ni la oposición entre sí) no cabe esperar ni siquiera una inofensiva charla de café o de ascensor en la que especular sobre una operación asalto al poder que, a falta de quince meses para las elecciones, no pasa por la cabeza de nadie. Dentro de un mes, los presupuestos quedarán automáticamente aprobados.
El día en que el pleno volvió a retirarle la confianza a la alcaldesa, esta sólo intervino al final de la sesión para retar a los grupos de la oposición a “encontrar un gobierno alternativo ya que, según ustedes, el nuestro es tan malo para la ciudad”. Antes fue su número dos, Gerardo Pisarello, el que llevó el peso de la función. Entró al trapo de todas las críticas, en especial las de Carina Mejías, presidenta del grupo de Ciudadanos, la formación que el 21-D obtuvo más votos en la ciudad en las elecciones al Parlament. Los compañeros de grupo de Pisarello creen que estuvo valiente y descarado, que no se arrugó. Sus rivales, que estuvo arrogante.
En las intervenciones de los líderes municipales hubo ayer bastantes coincidencias – la más clara la denuncia a la falta de rumbo y de un modelo de una ciudad– y algunas diferencias de matiz. El presidente del grupo del PDECat, Xavier Trias, acusó a su sucesora en la alcaldía de ser “incapaz de gestionar la ciudad y de conseguir complicidades”. En definitiva, “un fiasco” a pesar de la metamorfosis experimentada por alguien que, como recordó Trias, estrenó la alcaldía con “el pacto de las escaleras” (el compromiso contra la precariedad laboral de los trabajadores encerrados en la sede de Telefónica) y hoy se ha convertido a la fe del Mobile y agasaja a John Hoffman.
Para Carina Mejías, Colau transmite “inseguridad e incertidumbre” y contribuye, de la mano de los independentistas, a que Barcelona pierda oportunidades. La dirigente de Cs opina que muchos de los barceloneses que en el 2015 se creyeron las promesas de los comunes les retirarían hoy la confianza.
Si alguien abrigaba todavía alguna vana esperanza de un entente entre BComú y ERC, Alfred Bosch se encargó de dinamitarla. “La inestabilidad y la falta de confianza es
Ada Colau desafía a sus adversarios a proponer un candidato alternativo si creen que su gobierno es tan malo
usted”, sentenció el presidente del grupo de Esquerra, que invitó a la alcaldesa a comenzar a pensar en la dimisión. Unas palabras que contienen el presagio de que la campaña para las elecciones de mayo del 2019 está a punto de comenzar si no lo ha hecho ya. Y es que, por primera vez en la historia, en esta ocasión son muchos los que tienen aspiraciones reales de alcaldía.
Jaume Collboni proclamó que el PSC retira la confianza que depositó en Ada Colau en junio del 2015 cuando facilitó su investidura y que renovó un año después con un pacto de gobierno de corta trayectoria. La acusó de haber permitido que “la apisonadora del independentismo haya hecho saltar por los aires la estabilidad” de la ciudad”. El exsocio de Colau le pidió que convoque una reunión de líderes municipales para definir entre todos las prioridades de la ciudad para el 2018 y el 2019.
“Barcelona tendrá unos presupuestos que no le convienen y mantendrá una alcaldesa que no debe”, proclamó el popular Alberto Fernández, quien tachó a Colau de ser “muda en proyectos y manirrota en gestos”.
En este contexto de reprobación múltiple a la alcaldesa no faltó la ya habitual bofetada de la CUP. Su concejal Eulàlia Reguant le echó en cara que esté manteniendo un modelo de ciudad que expulsa a las vecinas de sus barrios. A alguien que llegó a la alcaldía con un discurso antisistema palabras como estas no deben ser fáciles de encajar.