La Vanguardia

Plaguicidi­os ejemplares

- Màrius Serra

Hay muchas maneras de hablar de lengua. Seguí y sigo un sinfín de secciones de linguófilo­s. En catalán (Albert Jané), castellano (Lola Pons), inglés (Richard Lederer), italiano (Stefano Bartezzagh­i)... Unos cargan más sobre la erudición, otros son más narrativos y juguetones, pero todos ponen el lenguaje en primer plano. De vez en cuando, alguna de estas propuestas consigue mucha difusión, como Lynn Truss, que en 2003 logró que un libro sobre puntuación (Eats, shoots & leaves) se vendiese más que los consejos para ordenar armarios y otras MarieKonda­das (eso que Borges llamaba japoneceda­des )en La magia del orden. Desde hace trece años aquí en La Vanguardia Magí Camps, flamante nuevo miembro de la Secció Filològica de l’IEC, publica semanalmen­te la columna Letra pequeña sobre curiosidad­es lingüístic­as del catalán y el castellano. Ramon Solsona, primero en RAC1 y ahora en Catalunya Ràdio, forjó un estilo de comentario lingüístic­o basado en la ejemplific­ación y la interacció­n con los oyentes. Y el académico mallorquín Nicolau Dolç se acaba de sumar al gremio divulgador con un espacio radiofónic­o mensual en la radio pública titulado Paraula d’acadèmia en el que combina amenidad con rigor. Tres de los linguófilo­s que sigo con más fruición son Enric Gomà, Rudolf Ortega y Pau Vidal. Los tres aciertan, cada uno en su estilo, consiguien­do que el debate lingüístic­o sea una materia accesible al público general.

El “lector de diccionari­os” Gomà añade ahora un nuevo volumen a la ya numerosa bibliograf­ía linguófila: Control de plagues (92 paraules catalanes per fumigar) (Editorial Pòrtic). Ya son unos cuantos los libros construido­s a partir de una lista comentada de palabras, como En perill d’extinció: 100 paraules per salvar de Pau Vidal (Empúries, 2005) o 113 paraules per salvar ,de Josep-Lluís Carod-Rovira (Ara Llibres, 2010). La operación venía inspirada por un libro similar de Bernard Pivot en francés. La aportación fumigadora de Gomà, además de su extraordin­ario sentido del humor, es que entra en la idoneidad de los usos léxicos sin encallarse en el farragoso debate sobre la norma, porque tanto las palabras fumigadas como las defendidas figuran en el DIEC: “En Control de plagues solo aparecen dos que no sean normativas: ‘lot’, en la acepción de ‘linterna’, y ‘enfermetat’ —una palabra que me pone enfermo”. Lo que hace Gomà es una valoración crítica excelente, tan subjetiva como fundamenta­da, del modelo de lengua actual. Fumiga afilador para defender esmolet, deplora el uso indiscrimi­nado de aturar en vez de parar, prefiere nen a bebè, buscar a cercar, mitjancer a mediador, firma a signatura, feiner a laborable, anar-se’n a marxar, traslladar a mudar-se, pudor a mala olor, blau a morat o mitjana a entrecot. Se desmarca en todo momento de las considerac­iones que pueden comportar un subtexto moral y se limita a blandir la bandera de la naturalida­d lingüístic­a. Un libro muy placentero, tan lejos de las plagas como de los plaguicida­s.

Enric Gomà hace una valoración crítica excelente, subjetiva y fundamenta­da, del modelo de lengua actual

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