La Vanguardia

“Catalanes todos”

- David Carabén

El jueves por la noche me sorprendí resistiénd­ome a aceptar que el partido de ida de las semifinale­s de Copa, entre el Barça y el Valencia, era una lata. Sólo al cabo de un rato, después de mantener un debate interno, y por respeto al hecho objetivo de que Messi estaba en el campo, lo pude decir en voz alta. ¡Qué partido más aburrido, madre mía! Con Messi, Suárez, Coutinho e Iniesta en el campo... ¡Qué murga! Sí, claro, el Valencia hizo un gran partido. Se encerró muy bien detrás, como el Alavés de Abelardo el otro día. Pero entonces me planteé una serie de preguntas: ¿Cómo de brillante y clarividen­te tiene que estar Messi, qué vértigo, qué nivel de desequilib­rio tiene que haber entre los equipos, para ver un buen espectácul­o? ¿Y si son tan competitiv­os el uno como el otro, qué tipo de rivalidad, qué nivel de tensión, real o simbólica, tiene que haber para mantenerno­s clavados en la butaca? Es evidente que estos años de buen fútbol nos han acostumbra­do mal.

Dicen que, en el estadio, apenas se superaban los 50.000 espectador­es. Todas las excusas parecen buenas: el frío, la hora, las eliminator­ias a doble partido, etcétera... Un rato antes, en cambio, Toni Cruanyes celebraba con orgullo el liderazgo rotundo en los índice de audiencia de TV3 y sus Telenotíci­es. No me extraña, pensé. ¿Con una actualidad tan frenética y tan dura para la mayoría social y política de este país, quién puede encontrar emoción en un partido de fútbol? ¿Quién tiene ganas de jugar, cuando ya sabes que te están haciendo trampas en la vida? ¿Quién tiene el ánimo necesario, si cada noticia que nos llega indica que la democracia donde hemos vivido era un simulacro y que el autoritari­smo, desvergonz­ado, gana terreno minuto a minuto? ¿Incluso para quienes no consideran que nos están desmontand­o el país, cómo aceptan que los de la Gurtel les estén robando el Estado de derecho? Hace siete

Con una actualidad tan dura para el país, ¿quién puede encontrar emoción en un partido de fútbol?

años que nos regimos por un estatuto de autonomía que no votamos y ahora nos quieren imponer a un president que no es el que hemos escogido. ¿Está todo mundo de acuerdo con eso? ¿Qué tiene que decir, el Barça? ¿Se ha dado cuenta Bartomeu de cómo se parece el escrache que sufrió en una estación de servicio con lo que tuvo que aguantar hace unos días el presidente Puigdemont? ¿Y de que la falta de clemencia del juez en la duración de la prisión preventiva para Rosell y sus colaborado­res es la misma que están sufriendo nuestros líderes políticos? En ningún caso ha habido miramiento­s o tratos de favor en función de si el reo era más o menos adepto a la causa soberanist­a. No tiene pinta de que en los próximos años el déficit fiscal disminuya ni un solo euro, ni de que el corredor mediterrán­eo se convierta en una prioridad para nadie, tanto si tiene que cruzar Catalunya como si, angelitos míos, cruza Tabàrnia. “Catalanes todos”, ¿recordáis?

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