Todas somos Marisol
Leonor recibe el Toisón de Oro por Princesa y no por niña. Laia Artigas no puede recibir el Goya no por ser actriz, sino por ser niña
Laia Artigas, la niña protagonista de Estiu 1993, pudo optar a un Gaudí como mejor interpretación femenina (galardón que obtuvo Núria Prims por Incerta glòria), pero no al premio Goya, porque la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España a diferencia de la Acadèmia del Cinema Català no admite candidaturas de menores de 16 años. Todo eso que se ahorra: Laia es una niña, no una actriz.
Esta semana Pepa Flores, conocida durante décadas por el nombre artístico de Marisol, ha vuelto a los quioscos situada en la portada del último número de la revista Interviú, de nuevo desnuda en la misma foto que, en 1976, revolucionó España. Pepa vive en el anonimato desde hace por lo menos 30 años, pero fue, y sigue siendo en la memoria de muchos, la niña más famosa de la historia de España. Pero, qué no pasaría para que, sin mostrar más amargura de la necesaria por una infancia robada, optara por retirarse a su Málaga natal y no ceder, nunca más, a los cantos de sirena de volver a escena.
Pepa Flores no ha tenido más remedio que olvidar lo que le hicieron a Marisol.
Contaba Paco Rabal en sus memorias que un día asistió a una fiesta del cine en la que un grupo de hombres llamó a la entonces niña prodigio y cuando la tenían delante le dijeron: “Marisol, enséñanos las bragas”. Era una apuesta y Rabal, un mujeriego en toda regla pero también un hombre decente, no pudo soportar la escena y huyó de aquella casa. Ser niña y famosa siempre ha sido duro. Pepa Flores lo sabe y por eso se quitó de en medio, aunque estos días de nuevo, una portada nos recuerda que hubo un tiempo en el que se consideró normal desear ver desnuda a Marisol.
Andrea Janeiro, hija de Jesulín de Ubrique y Belén Esteban, lo está sufriendo ahora tras alcanzar la mayoría de edad. Durante años ha sido su madre la principal responsable de que la niña no haya podido tener una infancia anónima a base de hablar de ella un día sí, un día también. “Por mi hija, mato”, decía y ahora es la muchacha quien tiene que ir plantando cara a los que se burlan de ella, que son muchos más de los que integran la chirigota de Cádiz que, en vez de utilizar su talento para denunciar a los poderosos, se ha dedicado a meterse con los débiles. Incluso Leonor, la princesa de Asturias, ha sido incluida esta semana entre los temas de los que estar en contra porque sí. Su padre le impuso el Toisón de Oro y Pablo Iglesias criticó que le regalaran a la niña una joya de 50.000 euros. Error, no se ha pagado ese dinero: el collar, las insignias y la miniatura son piezas históricas que en su día pertenecieron a Juan de Borbón y antes a Alfonso
XIII. Y, en cualquier caso, a Leonor no se le imponen toisones por niña, sino por princesa de Asturias.