Claroscuros en Polonia
Numerosos polacos ayudaron a los judíos perseguidos bajo la ocupación nazi, pero muchos otros los denunciaron
Numerosos polacos ayudaron a los judíos perseguidos bajo la ocupación nazi, pero muchos otros los denunciaron. Hubo progromos, y varias decenas de miles de polacos entregaron a judíos.
La ley que acaba de aprobar el régimen nacionalista de Polonia que castiga a quienes impliquen a los polacos en el exterminio nazi de los judíos durante la Segunda Guerra Mundial no sólo ha provocado protestas en Israel, Estados Unidos y en la propia Polonia. La tentativa no sólo no parece llevar al cumplimiento del objetivo declarado cuando se diseñó la norma –supuestamente encaminada a defender la imagen de Polonia–, sino que es contraproducente en ese mismo terreno porque llama la atención de la opinión publica internacional sobre la larga historia de las relaciones de polacos y judíos, en las que abundan los capítulos trágicos.
En 1939, Polonia cayó víctima de las potencias totalitarias –el Tercer Reich y la Unión Soviética–, que el 23 de agosto de ese año habían firmado en Moscú un pacto que equivalía al reparto de Europa central y del Este entre Hitler y Stalin.
Para Polonia, la Segunda Guerra Mundial comenzó el 1 de septiembre con la invasión desde el oeste por las tropas de la Alemania nazi. Pero fue el 17 de septiembre, con la entrada desde el este del Ejército Rojo, que Polonia recibió el golpe de gracia. Ambas potencias aliadas fijaron la frontera común en el río Bug y consumaron así la liquidación del Estado polaco.
La mayor parte de Polonia quedó ocupada por la Alemania nazi mientras el tercio oriental quedó incorporado a la Unión Soviética. Así, sobre Polonia se cernió una doble ocupación que hizo que el pueblo entero sufriera represalias en masa, explotación con trabajo esclavo, exterminio, deportaciones y exilio. Dos años más tarde, con el ataque del Tercer Reich contra la URSS, la ocupación se convirtió en una sola, con más sufrimientos todavía. Sólo terminaría en 1945 con la marcha triunfante del ejército soviético sobre Berlín.
La Alemania nazi reservó para todo el pueblo polaco el papel de mano de obra esclava explotada por colonizadores alemanes que iban a extender el “espacio vital” de la raza germánica miles de kilometros hacia el este. Los nazis comenzaron una sistemática decapitación del pueblo polaco buscando el exterminio de sus estratos ilustrados y de clases altas.
Lo mismo había hecho la Unión Soviética estalinista en su parte de la Polonia repartida inicialmente con Hitler. Millones de polacos fueron deportados a los campos de concentración a Siberia y Kazajistán.
Los polacos reconstruyeron su gobierno en el exilio en Londres y procuraron organizar una resistencia clandestina en los territorios ocupados.
Si la suerte de la población polaca fue dramática, la que les tocó a los más de 3,2 millones de judios polacos fue trágica.
A los pocos meses de consumar la ocupación de Polonia, la Alemania nazi mandó encerrar a toda la población judía polaca en guetos, grandes como el de Varsovia o Lodz, y otros más reducidos en pueblos pequeños esparcidos por todo el territorio y sobre todo en su parte oriental. Hacinados en cercados distritos urbanos, los judíos pronto cayeron víctimas de epidemias, hambre y muerte.
En verano de 1941, con la invasión de la URSS por las tropas alemanas, comenzó el sistemático exterminio de los judíos, llamado, según la nomenclatura eufemística, la solución final del problema judío. El Holocausto fue iniciado por tropas de la SS (Einsatzgruppen y Sonderkomandos) que seguían a la Wehrmacht en sus avances territorio soviético adentro, hacia el este, masacrando a su paso a la población judía mediante sistemáticos fusilamientos en masa.
A partir de 1942, con la llamada Acción Reinhard, los nazis comenzaron a vaciar los guetos enviando a los judíos a seis campos de exterminio (Belzec, Treblinka, Sobibor, Majdanek, Kulmhof y Auschwitz-Birkenau) construidos todos ellos en territorio polaco debido a la concentración de la población judía y una buena red de ferrocarril. La gran mayoría de los llevados allí fueron asesinados en cámaras de gas construidas con tal propósito.
Hasta 1945, casi tres millones de judíos polacos que habían vivido en Polonia antes de la guerra fueron exterminados, además de otros tres millones que fueron transportados a los campos desde toda Europa.
El comportamiento de polacos étnicos hacia sus conciudadanos y vecinos judíos durante la ocupación y el Holocausto variaba desde el heroísmo de quienes arriesga- ban sus vidas salvando a las víctimas del exterminio, sacándolos clandestinamente de los guetos, ayudando a obtener papeles legales, escondiéndolos en sus casas, azoteas, establos, pocilgas o escondites subterráneos, pasando por quienes mostraban indiferencia hacia unas víctimas del terror nazi que lo tenían mucho peor todavía, y terminando por quienes denunciaban a los judíos escondidos o disfrazados y consumaban una abierta complicidad en su captura, robo y asesinato.
Durante la guerra, en muchos pueblos y aldeas se produjeron decenas de pogromos colectivos de judíos perpetrados por sus vecinos polacos, como en Jedwabne, Radzilow, Wasacz o Szczuczyn.
Investigadores del Holocausto calculan en al menos varias decenas de miles los polacos –muchos de ellos campesinos pero también habitantes de ciudades– que se prestaron a denunciar y entregar a judíos escondidos a la Gestapo, o matarlos directamente, algunos por lucro, otros por profundo y viejo odio antisemita, otros por miedo.
El Instituto Yad Vashem en Israel ha homenajeado hasta hoy a 6.700 polacos que procuraron salvar a los judíos.
El movimiento de resistencia organizado por el aparato paraestatal y el ejército clandestino AK (Ejercito Nacional) procuraron ayudar a los judíos represaliados pero también documentar su suerte, incluida la hostilidad de muchos polacos hacia los judíos, informado de ello al Gobierno en el exilio. El ejército AK contó con una célula especial –Zegota– que ayudaba a salvar a judíos. El difunto ministro de Exteriores polaco, escritor e historiador Władysław Bartoszewski, fue uno de sus más activos y conocidos militantes.
EFECTO REACTIVO
La ley que prohíbe vincular a Polonia con el Holocausto despierta atención por el pasado
LA VERDAD INCÓMODA Hubo progromos y varias decenas de miles de polacos entregaron a judíos