La Vanguardia

La conquista (privada) del espacio.

La nueva joya de Space X supera con éxito su primer lanzamient­o

- JOSEP CORBELLA

La firma SpaceX, del visionario magnate norteameri­cano Elon Musk, lanzó ayer con éxito el Falcon Heavy, el cohete más potente del mundo, con un Tesla descapotab­le a bordo.

El cohete más potente del mundo, el Falcon Heavy de la compañía Space X, superó ayer de manera sobresalie­nte el muy difícil examen de su primer lanzamient­o.

El aparato despegó a las 21.45 (hora española) desde Cabo Cañaveral después de una emocionant­e cuenta atrás en que el viento en altitud obligó a retrasar hasta cuatro veces el lanzamient­o, que estaba inicialmen­te previsto a las 19h30.

Siete minutos y 58 segundos después del despegue, los dos propulsore­s laterales (o boosters) regresaron a Cabo Cañaveral y aterrizaro­n simultánea­mente en una coreografí­a muy aplaudida por la multitud que se había congregado en la zona, según pudo verse en la retransmis­ión que hizo Space X por streaming.

Mientras tanto, la etapa superior del cohete continuaba su viaje con un descapotab­le rojo Tesla Roadster a bordo y un muñeco llamado Starman –un homenaje a David Bowie– en el asiento del conductor. También fue muy celebrada, cuando apareció en las pantallas, la imagen del coche y el muñeco en el espacio con la Tierra pasando en el fondo de la imagen, presumible­mente captada por una cámara que Space X situó en el coche.

El Falcon Heavy debía situar el descapotab­le en órbita alrededor del sol, lo que debe servir para comprobar que puede situar satélites o enviar misiones tripuladas en la trayectori­a deseada. Al cierre de esta edición, aún no se sabía si el coche ha quedado orbitando alrededor del sol como pretendía Elon Musk, fundador y consejero delegado tanto de Space X como de Tesla.

Tampoco se había confirmado al cierre de esta edición si el propulsor central del cohete, que debía aterrizar en una plataforma en el Atlántico para reutilizar­la en futuros lanzamient­os, había llegado bien.

Según el plan de negocio de Space X, la reutilizac­ión de los componente­s del cohete permitirá ofrecer lanzamient­os a precios competitiv­os. La empresa prevé utilizar el nuevo cohete tanto para lanzamient­os a la órbita terrestre baja (donde se encuentra la estación espacial) como para ir a la luna (incluidas misiones tripuladas) o para explorar el sistema solar (ya que puede enviar hasta 17 toneladas a Marte y 3,5 a Plutón).

El de ayer era un lanzamient­o de alto riesgo. Dado que las condicione­s extremas a las que se ve sometido un cohete durante un lanzamient­o no se pueden simular con garantías en ordenadore­s, no se puede saber con antelación cómo se comportará un cohete en su primer vuelo. El propio Elon Musk había rebajado las expectativ­as ante el lanzamient­o. Había advertido que “hay mucho riesgo asociado al Falcon Heavy, una posibilida­d muy real de que el vehículo no consiga llegar a la órbita”.

El riesgo del primer lanzamient­o se explicaba porque se trata de un cohete potente y complejo, con la dificultad añadida de que se querían recuperar los tres propulsore­s principale­s –el central y los dos laterales– guiándolos en un viaje de regreso controlado.

Estos tres propulsore­s son, en realidad, tres cohetes Falcon 9 que se han ensamblado juntos para triplicar su potencia. Dos de ellos –los laterales- habían volado ya en lanastrona­utas

En su bautismo espacial, ha situado un coche descapotab­le rojo en órbita alrededor del sol

zamientos anteriores y se han reutilizad­o para el Falcon Heavy. El central es nuevo. Es un Falcon 9 reforzado para soportar las condicione­s extremas del lanzamient­o.

Cada uno de los propulsore­s tiene nueve motores de 470 kilos más altos que una persona. Entre los 27, que debían encenderse de manera perfectame­nte coordinada durante el lanzamient­o, proporcion­an al Falcon Heavy una potencia suficiente para situar hasta 63,9 toneladas en la órbita terrestre baja. Esto lo convierte en el cohete más potente que se ha lanzado desde 1973, cuando voló por última vez el Saturno V que había llevado a los de la NASA a la Luna.

Como es habitual en el primer lanzamient­o de cualquier cohete, la carga que llevaba a bordo era de escaso valor. En lo que parece una acción publicitar­ia sin precedente­s, tanto para Tesla como para Space X, Elon Musk ha enviado al espacio uno de sus propios coches en lugar de las maquetas de satélites que se utilizan habitualme­nte. “Es sólo por diversión”, dijo Musk el lunes en una entrevista a la CBS. “Mucha gente no lo entendía. ¿Qué sentido tiene enviar un coche a Marte? No tiene ningún propósito. Es sólo porque es divertido y para que la gente se entusiasme”.

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JOE SKIPPER / REUTERS
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JIM WATSON / AFP

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