Los terremotos de la fe
LA fe mueve montañas, pero a veces este desplazamiento produce terremotos. Así que es bueno tener convicciones, pero sabiendo que en ocasiones causan sacudidas de distinta intensidad que nos pueden revolcar. La economía catalana ha notado el seísmo independentista en el último trimestre, y los indicadores de crecimiento para el 2018 demuestran que habrá una desaceleración. Las previsiones del PIB regional que acaba de presentar el BBVA nos advierten que la economía catalana crecerá el 2,1%, es decir, nueve décimas menos que en el 2017, y caerá cuatro décimas por debajo de la media nacional, que será del 2,5%. Esta previsión augura que el consumo y el empleo se ralentizarán, pero también lo hará el turismo, que en los últimos tres meses tuvo una caída del 13,9% en el ingreso medio por habitación en los establecimientos catalanes.
Por todo ello, resulta imprescindible que Catalunya tenga un gobierno que gobierne, lo que no debe ser visto como un pleonasmo. Escribía el lunes en estas páginas Antoni Fernández Teixidó, que fue conseller de Indústria, Comerç i Turisme con CDC, que “nunca se había hecho tanta política en Catalunya y al mismo tiempo gobernado tan poco”. Es decir, urge tener un ejecutivo, si no de los mejores, al menos de gente con capacidad para recuperar no sólo la economía, sino también la moral del país. En esta misma línea, Andreu MasColell, exconseller de Economía, ha llegado a pedir en los últimos días un gobierno técnico, de profesionales con un buen currículum y sin implicaciones políticas.
Así pues, preocupa que se vaya aplazando la investidura y que siga vigente el 155. Pero también que, si finalmente se alcanza un acuerdo, los partidos no hagan un acto de generosidad para buscar un perfil para las carteras del nuevo gobierno que permita a este país recuperar el terreno perdido.
Los ciudadanos se merecen, además de fe en el presente, un poco de esperanza en el futuro.