Macron advierte en Córcega que no habrá amnistía para los terroristas
Duro discurso del presidente en el 20.º aniversario del asesinato del prefecto Érignac
Quien esperara algún signo de flexibilidad ante las reivindicaciones del nacionalismo corso quedó decepcionado. Ayer no era el día. El presidente francés, Emmanuel Macron, en un tono casi gaullista, puso énfasis en “la unión indefectible de la República” y descartó que los terroristas corsos encarcelados puedan beneficiarse de una amnistía.
Ayer no era, en efecto, una jornada de concesiones sino de firmeza absoluta del Estado, aunque podría ser una firmeza táctica, previa a un diálogo difícil y a ciertas aperturas al final del camino. Está por ver.
La primera visita de Macron desde que llegó al Elíseo a la llamada isla de la belleza –un apelativo cariñoso que convive con el indomable carácter de su gente– se hizo coincidir con el vigésimo aniversario del asesinato del prefecto Claude Érignac por un comando independentista. La elección misma de la fecha del viaje fue un mensaje inequívoco: la República tiene memoria, es fuerte y no cederá en lo fundamental.
El jefe de Estado francés, que no exhibe la puntualidad entre sus principales virtudes, llegó tarde a la cita de Ajaccio. Pero esta vez había una buena excusa. La nevada en París retrasó el despegue de su avión. En la misma calle donde Érignac cayó abatido por tres disparos en la cabeza, la noche del 6 de febrero de 1998, cuando se disponía a ir al teatro con su esposa, le esperaban la viuda, Dominique, y sus dos hijos.
Fue Dominique Érignac la que habló primero. Estuvo serena y digna. Subrayó que su marido era un servidor del Estado, “un hombre de diálogo y de paz”, que fue asesinado “de noche y por la espalda”. La viuda dijo que la plaza inaugurada con el hombre de su esposo –en una placa bilingüe, en corso y francés– debe ser un lugar “de paz y de fraternidad”, si bien negó que pueda haber perdón para los asesinos ni justificación política alguna. “Olvidar un crimen es un crimen”, recalcó. Esta frase, que figura en el memorial judío de Nancy, la tenía muy presente su marido, y su viuda la repitió.
Llegó el turno de Macron, quien rememoró el papel de Córcega en la resistencia a la ocupación nazi, que se libró para garantizar “la independencia de Francia (con Córcega incluida)”. Sobre la muerte de Érignac, hizo hincapié, solemne, en que “lo que pasó hace 20 años no se justifica, no se litiga, no se explica”. Lo dijo ante el presidente del consejo regional, el nacionalista Gilles Simeoni, un abogado que defendió a uno de los autores del asesinato, Yvan Colonna, condenado a cadena perpetua. Más tarde, en su visita al museo Fesch, Macron fue abordado por la esposa del terrorista, Stéphanie. El presidente alertó de que “la República no cedió” ante el chantaje terrorista. “Se aplicó la justicia y se seguirá haciéndolo, sin olvido, sin complacencia, sin amnistía”, recalcó. Fue la frase clave. Se detuvo en cada palabra para que no hubiera duda de lo que decía. El público le brindó un aplauso contenido. Macron prometió “cuidar del futuro de Córcega, sin transigir con peticiones que la harían salir del seno republicano”. Nuevo aplauso.
Con estos mensajes, Macron preparó el terreno para el encuentro que mantendría por la noche con Simeoni y con el otro líder nacionalista, Jean-Guy Talamoni –otro exabogado de terroristas–, actual presidente de la Asamblea Legislativa corsa. Ambos políticos formaron una coalición que ganó por amplia mayoría las elecciones regionales de diciembre pasado. El presidente debe explicitar mejor sus planes para Córcega en el discurso de hoy por la tarde en Bastia. Si está abierto a concesiones, será la ocasión de que lo concrete o al menos lo insinúe.
Fuera de protocolo, mientras saludaba a la gente en la calle, en Ajaccio, Macron aceptó contestar, en directo, a algunas preguntas que le hacía un equipo de televisión. El presidente negó que vaya a entrar en una negociación con los líderes corsos. No le gustó nada oír la palabra negociación. Sostuvo que su objetivo es trabajar para mejorar la vida de los corsos, para que se reduzca el paro. “No quiero hacer el discurso de mañana”, se justificó.
Simeoni y Talamoni se sienten legitimados para pedir a París una autonomía más robusta para la isla, sobre todo fiscal, una mención explícita de la singularidad corsa en la Constitución, la cooficialidad de la lengua de la isla, el “estatuto de residente” (prohibición de comprar propiedades inmobiliarias a quienes no lleven varios años empadronados), el traslado de los “presos políticos” (condenados por atentados) a cárceles corsas y hasta una posible amnistía para ellos.
El fantasma de Catalunya planea sobre la situación corsa. Las diferencias son enormes, empezando por la población (sólo son 330.000 los habitantes de la isla) y el terrorismo aún muy reciente en Córcega. Pero los medios franceses miran de reojo el espectáculo de Barcelona y temen el contagio. Ayer le preguntaron a Talamoni, de nuevo, por Catalunya, y dijo que aquella “está en otra secuencia”, de la independencia, y que lo que quiere el nacionalismo corso es sólo más autonomía en el respeto a la legalidad.
SIN CONCESIONES
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