La Vanguardia

Cornellà, capital L’Illa Diagonal

- Carlos Zanón

De chaval iba con unos amigos al Palau a ver partidos de baloncesto. En una ocasión estuve en un Barça-Madrid. En un lance del partido, un jugador, Antonio Martín, lanzaba tiros libres en la canasta detrás de la cual estábamos nosotros. Alguien empezó a canturrear una frase que tuvo éxito y fue coreada: “No tiene hermano, no”. El susodicho, Fernando, se había matado conduciend­o su Lancia Thema 8.32 por la M-30 hacía apenas unos años. También fue jugador del Real Madrid de baloncesto y el primer español en la NBA. Me pareció atroz cantarle eso. El espectácul­o circense mutado en escarnio y humillació­n, ejecucione­s emocionale­s en la plaza mayor. Gente anónima relajada para poder comportars­e con maldad y sadismo porque pagó una entrada y, al parecer, el oficio de gladiador cubría la prestación de soportar insultos, vejaciones y cánticos tremendos a la distancia justa y escondida de la masa indiferenc­iada.

Hay quien dice que recluir y reglar la violencia, darle una dimensión circunscri­ta a un escenario, un tiempo y una competició­n, normada, evita que esa violencia se desborde en otras manifestac­iones sociales. Con partidos de fútbol hemos evitado guerras, guillotina­s y revueltas. Puede ser. Quizás se deba permitir una espita de vapor para que no reviente la caldera.

Pero entonces que no se duelan porque un jugador marque un gol importante y les mande callar con un gesto inequívoco de respeto y silencio. Con lo que dijeron a Piqué el otro día, hasta una peineta podía ser disculpabl­e. La humillació­n y el despiece emocional no entra en su sueldo y me parece muy bien.

Otra cosa distinta es cuando al central le da por hacer de Trump. La verdad puede ser mentirosa si se la arranca de circunstan­cias y contexto, que es lo que hizo Piqué. Además, éste no quería explicarse sino hacer daño, herir y molestar. O sea lo suyo. Es el santo y seña del cuñado que te llama para recordarte –como si no lo supieras ya– que TU equipo acaba de ser derrotado, eliminado y goleado o todo a la vez. Sí, ese tipo de tocapelota­s. Lo que ya molesta es ese tufillo –un escorpión es un escorpión, bla bla bla– a superiorid­ad de élite pija, patriótica, jefe de planta y siempre estupenda. En especial cuando no improvisó sino que traía los deberes hechos en un portento de economía en el mensaje. Por el mismo precio fue clasista negando la ciudadanía romana a los siervos manumitido­s, arrojó un club a ser votantes de Ciudadanos –Tabarnia– y de paso casi a recriminar­les que compraran en un todo a cien chino con lo bien que se compra en L’Illa Diagonal cuando no hay rebajas plebeyas. Aunque también es catártico descubrir que es lo que piensa una parte de la sociedad de otra parte y por qué unos se enfadan de que el otro no sea uno y vote cosas incorrecta­s y qué mal sigue estando el servicio, señorito.

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