Impulsos
LA sólida candidatura del actual gobernador del Banco Central de Irlanda, las dudas de Italia y el golpe de teatro de la comisión de Economía del Parlamento Europeo al manifestar su preferencia por el irlandés Philip Lane no fueron suficientes para tumbar la elección de Luis de Guindos como número dos del Banco Central Europeo. Guindos tenía a su favor el apoyo del directorio francoalemán, el aval de su gestión como ministro que permitió que el país saliera de la crisis y la deuda moral que la UE tenía con España, por estar infrarrepresentada en los organismos europeos. Pero la partida de ajedrez se disputó hasta el último minuto, cuando Irlanda decidió retirar la candidatura de Lane, viendo que no iba a prosperar por falta de los apoyos necesarios. Minutos antes de que se iniciara la reunión de los ministros de Economía de la eurozona, el titular irlandés de Finanzas, Paschal Donohoe, anunció que su país apoyaría a Guindos como vicepresidente del BCE, con la voluntad de ampliar el consenso sobre su persona.
El ministro español ocupará su cargo a partir del 1 de junio, en sustitución del portugués Vítor Constâncio. Curiosamente, la izquierda en el poder en Portugal le mostró su apoyo desde el primer momento, en contraste con las críticas que recibió del PSOE. Experto negociador en los pasillos de Bruselas, valorado por su experiencia en la eurocrisis y apoyado claramente por Alemania por su conocimiento de la realpolitik, hace dos años se quedó a un palmo de la gloria cuando el holandés Jeroen Dijsselbloem le batió en los últimos metros en su objetivo de presidir el Eurogrupo.
La marcha de Guindos obliga a Mariano Rajoy a buscar un recambio. Tiene en sus manos la posibilidad de aprovechar su salida para hacer una remodelación más amplia. Y aunque es poco amante de los cambios, sabe que necesita dar un impulso a esta segunda mitad de legislatura, sobre todo cuando el PP nota el aliento de Cs en la nuca.