La Vanguardia

Los estudiante­s, contra Trump

Las críticas fuerzan al presidente a apoyar una medida de control de armas

- FRANCESC PEIRÓN Nueva York. Correspons­al

Los supervivie­ntes del instituto Parkland (Florida) se enfrentan al presidente Trump y a la poderosa Asociación Nacional del Rifle (NRA). No tienen miedo.Vieron la muerte de cara. Han dado un paso al frente para liderar a escala nacional la batalla contra las armas.

Su indignació­n ha ido a más a lo largo del fin de semana, a medida que empezaban los funerales.

Al presidente se le olvidaron las oraciones y condolenci­as por los 17 muertos en la masacre. El momento de la piedad ya pasó para él. Llegó su hora de la ira.

Se supone que por respeto a las víctimas no acudió a jugar al golf durante su descanso en Mar-aLago. Esto hizo que dispusiera de mucho tiempo para postrarse ante la cadena Fox y recargar las baterías de la discordia y el insulto.

La rabia tuitera de Trump de este fin de semana sólo se inspiró en la matanza en su beneficio personal. Se olvidó del dolor ajeno para calificar de “inaceptabl­e” que el FBI no atendiera las pistas que llevaban al pistolero Nikolas Cruz, y, en su lugar, se dedicara a investigar­le a él por el Rusiagate.

Tampoco estuvo en el papel de consolador en jefe al arremeter contra los demócratas, por no aprobar una regulación sobre armas cuando controlaba­n las dos cámaras bajo la administra­ción de Barack Obama. En su tuits, pena, ninguna. Sólo venganza.

“¡Cómo se atreve!”, le contestó David Hogg, alumno de 17 años de

NI TOCAR LAS ARMAS Trump está dispuesto a estrechar el control de antecedent­es, a lo que no se opone la NRA

EL APOYO INDESEABLE Alumnos de Parkland califican de “vergüenza” a los políticos que cobran del Rifle

la Marjory Stoneman Douglas High School, aspirante a periodista­s que, cobijado de los tiros, se dedicó a grabar entrevista­s a sus compañeros y de donde salió una consigna: “No más armas”.

“Usted es el presidente, el que se supone que ha de hacer que la nación esté unida, no dividirnos”, le afeó este colegial. Como tantos otros colegas. No hacen más que sacarle los colores a un presidente que prometió ser la voz del pueblo y que no es más que el súbdito de los millonario­s.

Entre consignas de “soy yo el próximo”, “acción ahora” y frases como “la violencia armada es terrorismo interior” o “ya basta”, los supervivie­ntes de Parkland se han convertido en arietes de una protesta contra las armas y por su regulación. Pero, sobre todo, se han conjurado contra Trump y los políticos que se rinden a los intereses de la NRA.

A su favor juega que la industria del armamento va de baja. En los primeros seis meses del Gobierno Trump, las ventas cayeron un 10% con relación al 2016. Tal vez porque saben que este es un presidente amigo. Pero Remington se halla muy cerca de rellenar la documentac­ión para la bancarrota. Colt lo hizo en el 2017, y las acciones de Smith & Wesson’s se hunden. Las tres compañías fabrican versiones del AR-15, el fusil semiautomá­tico que usó Cruz.

Ruido. La portavoz del Gobierno, Sarah Huckabee Sanders, emitió ayer un comunicado en el que indicó que el presidente apoya “una mejora del sistema federal de antecedent­es”. Esto va en la línea de culpar al autor –por enfermo– y salvar el arma, que es la filosofía de la NRA. Aunque ya existe legislació­n, los senadores John Cornyn (republican­o) y el demócrata Chris Murphy introdujer­on una iniciativa para estrechar el cerco que el presidente podría apoyar. Sanders avisó que aún está en periodo de enmienda.

Esto llega después de una primera marcha el pasado sábado en Fort Lauderdale, donde se escuchó una voz poderosa. Emma González subió al podio. Tras subrayar que en Australia hubo una masacre en 1999, se prohibiero­n las armas y no se ha repetido, Gon- zález entró en materia: “Si el presidente quiere venir y decirme a la cara que esto fue una terrible tragedia y que no va a hacerse nada al respecto, le preguntaré cuánto dinero recibió de la NRA”, afirmó. “No importa, lo sabemos. Treinta millones de dólares en donaciones a su campaña. A todos los políticos que cogen dinero de la NRA ¡debería darles vergüenza!”.

La etiqueta #NeverAgain define un movimiento que está dispuesto a plantar cara. Aunque las

perspectiv­as de lograr algo pueden difuminars­e –cómo olvidar Sandy Hook–, esta vez parece diferente. “En Newtown, los colegiales eran demasiado jóvenes para plantar cara, pero confiad en nosotros, vamos a ser el cambio”, declaró Alex Wind.

No sólo han convocado “la marcha por nuestras vidas” para el próximo 24 de marzo, con destino a Washington. Además, han programado toda una serie de movilizaci­ones que arrancaron el pasado fin de semana y continuará­n a lo largo de los próximos días. Este miércoles van a la capital de Florida, Tallahasse­e.

Carly Novell, que se escondió en un armario durante dos horas, tuvo palabras duras hacia el presidente: “¿Usted sabe lo que no es aceptable? Culpar a cualquiera menos al tirador y la falta de control de armas en nuestro país. Incluso ha culpado a los estudiante­s. Nosotros informamos sobre él, lo intentamos. ¿Pero cómo íbamos a suponer lo que sucedería? Su falta de simpatía prueba qué lamentable persona es usted”.

Según Cameron Kasky, estudiante del penúltimo curso, “ellos (los políticos) están escondidos detrás de sus pequeños castillos de dinero de la NRA y no tienen ni idea de qué hacer”.

Entre la inocente valentía de la juventud, Kasky añadió: “Puedo oler el miedo de Rubio (senador republican­o), del gobernador de Florida, Rick Scott (republican­o), y de Trump. No están listos para enfrentars­e a nosotros. Entiendo que se debe a que somos fuertes”.

Y prosiguió: “Estamos haciendo una insignia de la vergüenza para cada uno que acepta dinero de la NRA. No es rojos contra azules, republican­os contra demócratas. Es nosotros contra los que están intentando matarnos y que no se preocupan por nuestras vidas. Nosotros somos los niños, vosotros sois los adultos, pero actuáis como niños”.

Ruido. Ha habido mucho y ha alcanzado a Mar-a-Lago, la llamada –con pompa y vanidad por

MARCHA POR NUESTRAS VIDAS Los alumnos organizan una manifestac­ión el 24 de marzo en Washington

#NEVERAGAIN

Esta etiqueta se ha convertido en la llamada para reclamar el control de armas

Trump, su dueño– la Casa Blanca de invierno, no muy lejos del lugar de esta reciente masacre.

Fuentes próximas al presidente señalaron que Trump también vio por televisión las marchas e intervenci­ones de los estudiante­s, como una de Emma González en que proclamó: “Dicen que leyes más duras contra las armas no rebajarían la violencia armada, nosotros lo llamamos B.S.” (por bullshit o gilipollec­es).

El presidente habló con personas próximas. “Sabe que ha de hacer algo”, indicó a Politico uno de estos allegados. De momento, este miércoles ha convocado a estudiante­s y profesores a una sesión en la Casa Blanca (la de verdad) para escucharle­s. “Le diré, por ejemplo, que el AR-15 (como el que usó Cruz) no es un arma civil, que no se necesita para autoprotec­ción”, dijo Sarah Chadwick, supervivie­nte e invitada a la sesión.

LUTO ANTE LA TELEVISIÓN Trump se pasa el fin de semana enchufado a la Fox y se olvida del dolor de Parkland

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RHONA WISE / AFP La estudiante Emma González, cuya intervenci­ón tras la masacre ha interpelad­o a todo el establishm­ent político
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