La Vanguardia

Merkel propone como secretaria de la CDU a la presidenta de Sarre

Kramp-Karrenbaue­r, conocida como ‘Mini-Merkel’, se erige en posible sucesora

- MARÍA-PAZ LÓPEZ Berlín. Correspons­al

La canciller de Alemania, Angela Merkel, dejó ayer entrever sus planes de futuro, tanto para ella misma como para su partido, la democristi­ana CDU, al proponer como nueva secretaria general de la formación a Annegret Kramp-Karrenbaue­r, actual presidenta del land de Sarre. El puesto queda vacante tras la marcha del hasta ahora secretario Peter Tauber –que lo deja por decisión propia–, filtrada el domingo a los medios. Merkel comunicó entonces a la cúpula de la CDU, partido que preside desde el 2000, su opción por Kramp-Karrenbaue­r.

“Nos conocemos desde hace mucho tiempo y confiamos la una en la otra, aunque tengamos cada una nuestros puntos de vista”, afirmó Angela Merkel, de 63 años, en una rueda de prensa ayer en Berlín junto a Kramp-Karrenbaue­r, de 55. Según Merkel, su candidatur­a suscitó “amplia aprobación” en la cúpula democristi­ana. La elección por votación será el lunes 26 en un congreso en Berlín, programado para que un millar de delegados aprueben el pacto de gran coalición con el SPD.

Annegret Kramp-Karrenbaue­r –a quien sus correligio­narios suelen llamar por sus iniciales, AKK– siempre ha figurado en quinielas de sucesores de Merkel. Por ello, y por su proximidad ideológica a la canciller, también de talante y compostura, la prensa germana la apodaba la Merkel de Sarre o, más recienteme­nte, Mini-Merkel. Cuando ayer se le preguntó por la cuestión sucesoria, Merkel replicó en alusión a los periodista­s: “Es un privilegio vuestro estar siempre tres etapas por delante de los demás… Nosotros tenemos las manos llenas gestionand­o los asuntos del día”.

La líder democristi­ana, que lleva 12 años en el poder, ejerce de canciller en funciones desde el 24 de octubre, a la espera de que se materialic­e el pacto con el SPD, pendiente de ratificaci­ón de la militancia socialdemó­crata en referéndum. En cualquier caso, Merkel brega desde hace semanas con el enojo de sectores diversos de la CDU: de los más conservado­res porque quieren corregir el rumbo del partido, que juzgan demasiado escorado al centro; y de otros, entre ellos las juventudes, porque reclaman que se abra pronto la cuestión sucesoria. El descontent­o creció después de las concesione­s que Merkel hizo al SPD a inicios de febrero con tal de cerrar el pacto de coalición, entre ellas la cesión del Ministerio de Finanzas. (Las concesione­s valieron de poco al supuesto beneficiar­io, el socialdemó­crata Martin Schulz, que se ha visto forzado a dejar la presidenci­a del partido, y a desistir de su plan de ser ministro de Exteriores.)

Con la designació­n de KrampKarre­nbauer, Angela Merkel apacigua a quienes en sus filas exigían una renovación en puestos clave del partido y pedían un plan de sucesión, con lo que se asegura así un margen de tranquilid­ad para su propia figura. Pero al tiempo, Merkel reafirma el viraje al centro de la CDU, que ha ido surgiendo a lo largo de sus tres mandatos de canciller dentro de su usual sistema de adaptarse a los signos de los tiempos, y que plasmó definitiva­mente con su decisión de abrir fronteras a los refugiados en septiembre del 2015.

Kramp-Karrenbaue­r fue una de las grandes defensoras dentro del partido de esa política de asilo, y apoya una orientació­n centrista para la CDU frente a las presiones internas para girar más a la derecha y contrarres­tar el auge de la ultraderec­hista Alternativ­a para Alemania (AfD). Ayer dijo que esperaba impulsar un proceso de “renovación programáti­ca” que tuviera en cuenta tanto las raíces liberales como las

La líder regional apoyó siempre la política de refugiados de la canciller y respalda el giro al centro

raíces conservado­ras del partido.

“La idea de asumir la secretaría general fue de ella; lo que a mí me llamó bastante la atención, pues no es normal que una presidenta regional con éxito, y que ha ganado unas elecciones recienteme­nte, deje un cargo ejecutivo para asumir un cargo en el partido”, dijo Merkel. En efecto, Kramp-Karrenbaue­r ganó los comicios de Sarre en marzo del 2017 en pleno efecto Schulz, cuando el entonces líder socialdemó­crata triunfaba en los sondeos.

Pero AKK, titulada en Ciencias Políticas y Derecho Público, casada y madre de tres hijos, católica practicant­e, gobierna este pequeño land occidental (2.570 kilómetros cuadrados y 995.000 habitantes) desde el 2011. “La decisión de dejar Sarre no ha sido fácil, pero pensé que en momentos en que Alemania vive una de sus situacione­s más difíciles desde la posguerra tenía que asumir responsabi­lidad a nivel federal”, dijo ayer. Su ascenso es un revés para Jens Spahn, de 37 años, secretario de Estado de Finanzas, en quien el sector conservado­r depositaba sus esperanzas. Con todo, no es descartabl­e que Spahn sea ministro. Así Merkel le compensarí­a también.

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TOBIAS SCHWARZ / AFP Angela Merkel, de 63 años, y Annegret Kramp-Karrenbaue­r, de 55, ayer en rueda de prensa en Berlín

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