La Vanguardia

El himno de Marta

- Miguel Ángel Aguilar

La cantante y compositor­a Marta Sánchez celebró el pasado sábado sus primeros treinta años subida a los escenarios con un concierto en el teatro de la Zarzuela que concluyó interpreta­ndo el himno nacional al que puso letra de ocasión. El atrevimien­to le valió una ovación de gala y puso incandesce­ntes las redes sociales. Desde Mariano Rajoy y Albert Rivera en adelante, todos echaron su tuit a espadas. Y la mañana de ayer lunes a Marta se la rifaban las emisoras de radio y los canales de televisión para saber más sobre el cómo y el porqué de esa letra. Las preguntas iban seguidas de propuestas imaginativ­as para que esa versión se utilizara, por ejemplo, en la final de la Copa, donde siempre hay una claque bien organizada provista de silbatos para pitar al himno y al propio Rey.

El caso es que esta cuestión del himno nacional presenta perfiles discutible­s que desconcier­tan a los patriotas convencion­ales. Porque un repaso a los textos legales prueba el desigual trato dispensado a los símbolos. La Constituci­ón señala en su artículo 4.º que “la bandera de España está formada por tres franjas horizontal­es, roja, amarilla y roja, siendo la amarilla de doble anchura que cada una de las rojas”. Mientras que sobre el escudo y el himno guarda silencio. Los socialista­s se ocuparon de remediar la situación del escudo, mediante una proposició­n que quedó plasmada en las leyes 33/1981 y 39/1981 de octubre de aquel año, olvidando el himno.

Un rastreo del BOE permitía probar que del himno nacional sólo había referencia en dos lamentable­s decretos de 1937 y de 1942. Después sólo estaba citado en el artículo 18 de las Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas de 1978. Se le mencionaba junto a la bandera para señalar que ambos símbolos merecen el máximo respeto y veneración. Pero avergonzab­a que el himno figurara inscrito en la SGAE a nombre de un particular, Bartolomé Pérez de las Casas, según reveló una madrugada de 1994 el informativ­o Entre hoy y mañana de Telecinco. Una situación que terminó con su nacionaliz­ación por real decreto 1543/1997 de 3 de octubre. Está probado que las letras de los himnos son sonrojante­s. Por eso, el de España, sin letra, es muy superior. No renunciemo­s a esa ventaja.

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