La Vanguardia

Dónde estabas cuando...

- Màrius Serra

El gol de Iniesta en Stamford Bridge ahora parece banal y, la verdad, queda tan lejos como la muerte de Kennedy

El Barça juega hoy en Stamford Bridge, un estadio que forma parte de la historia del club de un modo destacado. Un Andrés Iniesta peludo le dio la vuelta, en el minuto 93, a la semifinal de la Champions del 2009. No era la final, pero fue un momento épico, fundaciona­l, que prefigurab­a el primer pleno de títulos de la era Guardiola. Estos días hemos vuelto a ver la celebració­n desaforada de un siempre tranquilo Iniesta que se quita la camiseta (amarilla) y, mientras la voltea como un poseso, luce otra interior, también amarilla, de manga tan corta que parece imperio. Amarillo sobre amarillo en la blanca piel de don Andrés. Ese momento luminoso pronto generó una pulsión memorialís­tica in vitro, expresada en el género periodísti­co del dónde-estabas-cuando. Un formato rentable, que permite aislar detalles biográfico­s. A mí, el gol de Iniesta me pilló en el coche, volviendo del Museo del Juguete de Figueres. Circulaba por la AP-7 a ciento veinte por hora, a la altura de Granollers, cuando el maestro Puyal lo cantó. Para poder desahogarm­e sin perder el control del vehículo, levanté el pie del acelerador y empecé a golpear el techo del coche con el puño derecho. Fue una celebració­n de alto riesgo. Parece que todos (como mínimo los culés) hemos explicado alguna vez dónde estábamos, qué hacíamos y cómo celebramos el gol de Iniesta en Stamford Bridge. Basta pasearse por la superficie capilar de la hemeroteca global de internet para darse cuenta de ello. Mira que el Barça ha ganado títulos, pero ningún otro episodio suscita de modo tan rotundo la pulsión del dónde-estabas-cuando.

La primera vez que tuve conciencia de esta miscelánea periodísti­ca fue con los atentados de las Torres Gemelas del 11 de septiembre del 2001. Inaugurába­mos el siglo con un trauma, televisado en directo a todo el mundo en un bucle de cemento y fuego que fijó millones de miradas en millones de pantallas. Pronto irrumpiero­n los mosaicos de recuerdos en los medios. Todo quisque recordaba dónde estaba cuando el primer avión impactó contra el edificio, y esa mirada sobre las miradas dibujaba un ojo de mosca de la sociedad global. Los catalanes hemos vivido en los últimos tiempos una concentrac­ión tal de jornadas históricas que bastante tendremos con retenerlas. El sábado hizo seis meses de los atentados del 17 de agosto. Si tomamos esta fecha como hito inicial, podemos establecer una secuencia inaudita que forma un sismograma: 6 y 7 de septiembre en el Parlament, el enésimo 11 de septiembre masivo, 1 de octubre aguantando el aguacero en las escuelas, 3 de octubre paralizand­o el país, 27 de otubre en la inacción declarativ­a y los ciento cincuenta y cinco hijos de la ira, la huelga llena de vaguedades del 8 de noviembre y el 21 de diciembre electoral. El gol de Iniesta en Stamford Bridge ahora parece banal y, la verdad, queda tan lejos como la muerte de Kennedy.

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