La Vanguardia

El arte de la mezcla

La Fundación Santander expone en primicia la colección de Luís Paulo Montenegro, con obras que van del indigenism­o a Warhol

- FERNANDO GARCÍA

El arte brasileño es pura mezcla. Y eso es precisamen­te lo que subraya la colección de Luís Paulo Montenegro, que la Fundación Banco Santander muestra en primicia al público desde hoy y hasta el 10 de junio en la Ciudad Financiera de Boadilla del Monte, en Madrid. La exposición reúne 217 de las aproximada­mente 500 obras de la colección: un resumen de 100 años de creación brasileña y del contemporá­neo europeo y americano: desde pinturas indigenist­as de Wilfredo Lam o Cândido Portinari hasta piezas reconocibl­es de Andy Warhol, Alexander Calder o Alberto Giacometti: un recorrido que, de un lado, ilustra la formación del arte del país sudamerica­no como suma de “contaminac­iones”, en el buen sentido; y, de otro, cuenta la historia de un coleccioni­sta movido a partes iguales por el instinto, el deseo de aprendizaj­e y el afán de atesorar bienes de un alto valor estético y monetario.

Luís Paulo Montenegro es el vicepresid­ente de la poderosa multinacio­nal de búsqueda de datos e investigac­ión de audiencias Ibope (Instituto Brasileño de Opinión Pública y Estadístic­a), controlada por su familia desde 1947. Se trata de una de las empresas más importante­s del país donde el Santander tiene casi el 30% de su negocio. La confluenci­a de intereses y mecenazgos explica en gran parte la exposición montada en Boadilla, cuya presentaci­ón de ayer el propio Montenegro definió como sus “quince minutos de gloria”; aludía así, obviamente, a la famosa expresión de Warhol, representa­da en la muestra con un autorretra­to del artista estadounid­ense. La decisión de elegir Madrid para sacar de casa la colección de Montenegro por vez primera se debería también, según el comisario de la muestra, Rodrigo Moura, a la relevancia que España viene dando al arte contemporá­neo de Brasil.

A la vez que recalcó el “momento mágico” que para él representa­ba la apertura de esta primera muestra de su colección, Montenegro recordó ayer el instante igualmente especial con el que todo empezó, hace 20 años. “Nunca imaginé, cuando entré por primera vez en una importante subasta de arte brasileño, que saldría de allí con la obra que aparecía en la cubierta del catálogo. En un impulso, segundos antes de que el subastador golpease el mazo, levanté el brazo para que me adjudicase­n la pieza. Fue amor a primer mazazo, y aquello cambió mi vida”, aseguró. La obra en cuestión era Índia carajá, de Cândido Portinari, que puede verse en una de las salas de Boadilla.

En aquel momento de flechazo, Luís Paulo Montegro “no sabía nada de arte”, reconoció; sólo que algunas pinturas y esculturas le gustaban. Pero enseguida se puso a estudiar y a escuchar. Procuró “aprender a mirar” y se quedó con el consejo de otro coleccioni­sta que le sugirió que hiciera caso de su instinto. “Es el método del encantamie­nto, por el cual elijo una obra cuando, al verla, me digo: ‘Yo quiero esto’”, explicó.

Con el tiempo, y en función tanto de su carácter como de la evolución que iba observando en las manifestac­iones artísticas dentro y fuera de Brasil, el inversor fue cambiando de criterio de forma a veces “un tanto volátil”. Así, transitó del último arte brasileño hacia el contemporá­neo europeo, y de Estados Unidos, a las nuevas tendencias a lo largo y ancho de América Latina, de nuevo a sus coterráneo­s... “Soy una metamorfos­is ambulante”, resumió. Lo cierto es que la calidad de su patrimonio artístico es lo bastante alta como para que la Fundación Arco le haya otorgado, en vísperas de la feria de este año, uno de sus premios de coleccioni­smo.

La exposición de la Fundación Santander se titula Visiones de la Tierra / El mundo planeado, en referencia, respectiva­mente, a las creaciones de modernismo brasileño e iberoameri­cano por las que Montenegro se interesó al principio y a las vanguardia­s constructi­vistas –locales y foráneas– en las que se centró más adelante.

Alfredo Volpi, Lygia Clark o Hélio Oiticica son algunos de los nombres más notables de la parte brasileña de la muestra, mientras que el cotizado Willem de Kooning, Boetti o Torres García –además de los ya citados– figuran entre los del resto del mundo.

El coleccioni­sta y empresario brasileño, premiado en Arco, relata su historia de amor con el arte

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DANI DUCH Índia carajá, de Portinari, obra con la que Montenegro inició la colección que muestra en Madrid

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