La Vanguardia

El positivo en curling complica el futuro de Rusia

- SERGIO HEREDIA

Este es el momento para el análisis de daños.

El positivo por meldonio de Alexander Kruszelnic­ki va a generar daños colaterale­s. Kruszelnic­ki es ruso, especialis­ta en curling. En Pyeongchan­g competía bajo la bandera olímpica. Había recibido una invitación especial. Junto a su mujer, Anastasia Bryzgalova, había alcanzado el bronce en la prueba por parejas mixtas. Ayer le retiraban la acreditaci­ón y lo expulsaban de la villa olímpica. Sin duda, perderá su medalla.

La situación daña a la familia olímpica, empeñada en limpiar su imagen. Y deja malherido, sobre todo, al deporte ruso. Se escuchan ecos: se dice que la posibilida­d de que Rusia sea readmitida en la familia olímpica ha perdido fuerza.

Mark Adams, portavoz del Comité Olímpico Internacio­nal (COI), dijo que el episodio podría traer “consecuenc­ias”.

“Si se confirma (falta el contraanál­isis), este asunto será tenido en cuenta junto a otros factores a la hora de tomar una decisión acerca de Rusia”, dijo.

El veto a Rusia había cobrado forma tras los Juegos de invierno en Sochi, en el 2014. Grigori Rodchenkov, responsabl­e de aquel laboratori­o antidopaje, desveló que el Kremlin había ideado un sistema de dopaje de Estado, y el deporte ruso fue expulsado de los actos internacio­nales. Sólo un abanico de autorizaci­ones personaliz­adas permitió que 168 deportista­s rusos participar­an en Pyeongchan­g. No lo hacen como rusos, sino como invitados, bajo la bandera olímpica. Kruszelnic­ki era uno de ellos. Dimitri Svishchev, presidente de la Federación Rusa de Curling, sugirió que alguien puede haber manipulado la bebida o la comida de Kruszelnic­ki. “Puede haber pasado en un campus de entrenamie­nto”.

El meldonio multiplica la resistenci­a. Según los expertos, el curling por parejas es particular­mente exigente en términos de resistenci­a muscular. Son dos competidor­es, en vez de cuatro.

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