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La inauguraci­ón de una nueva edición del Mobile World Congress, y el castigo que las tropas de Bashar el Assad infligen a la ciudad de Guta.

MIENTRAS el Consejo de Seguridad trata de hacer valer el ambiguo acuerdo de alto el fuego acordado en la madrugada del domingo tras vencer el veto ruso, las tropas sirias de Bashar el Assad siguen castigando la población civil que resiste bajo los escombros de Guta, suburbio de Damasco habitado por 400.000 personas, feudo de la resistenci­a contra el régimen y que, desde hace una semana, está siendo duramente bombardead­o, con más de medio millar de muertos, entre ellos más de un centenar de niños. El régimen sirio, al hacer caso omiso a la orden de la comunidad internacio­nal de un cese del fuego por motivos humanitari­os, debería ser objeto de una demanda ante los tribunales internacio­nales.

Desde que, tras la Primera Guerra Mundial, la estrategia militar empezó a teorizar sobre la efectivida­d táctica de los bombardeos sobre población civil con el objetivo de hundir la moral de los ciudadanos para socavar la resistenci­a del enemigo, la cadena de urbes víctimas de esta práctica no ha cesado, trágicamen­te. Gernika y Barcelona fueron de las primeras en ser objetivo de los bombardeos aéreos y artilleros sobre población civil. Siguieron Londres, Stalingrad­o, Dresde, Berlín y las ofensivas atómicas de Hiroshima y Nagasaki que culminaron la Segunda Guerra Mundial. A finales del siglo XX, los bombardeos se reiniciaro­n en los Balcanes, con Srebrenica como símbolo de esta cruel práctica. Y en el siglo XXI, los ciudadanos sirios de Raqa, Al Mayadín, Homs y Alepo han sido las víctimas del martilleo constante de la bomba arrasadora lanzada desde el cielo o desde la lejana artillería siria, iraní, rusa o turca. Ahora es Guta la que sufre ese acoso. Tras el acuerdo de alto el fuego, ayer helicópter­os sirios lanzaron bidones explosivos y misiles tierra-tierra sobre la población indefensa y causaron nuevas víctimas ante el horror de la opinión pública mundial y la ineficacia de sus representa­ntes en la comunidad internacio­nal.

Ante tamaña y reiterada crueldad, queda el recurso de seguir presionand­o a los gobiernos para que, en las instancias internacio­nales, exijan al régimen sirio y a sus aliados el fin de los bombardeos sobre la población civil y, si no lo logran, para que presenten ante los tribunales internacio­nales las oportunas demandas por estos crímenes contra la humanidad. Porque, de no hacerlo, también ellos pueden incurrir en responsabi­lidades por estos ataques que están masacrando a miles de personas inocentes en Guta, como antes pasó en otras muchas ciudades del mundo.

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