Bashar el Asad
PRESIDENTE DE SIRIA
Haciendo caso omiso de la resolución adoptada el sábado de forma unánime por el Consejo de Seguridad de la ONU, llamando a un alto el fuego sin dilación en Siria, la aviación del ejército sirio siguió ayer bombardeando Guta Oriental.
Pese al acuerdo unánime alcanzado el sábado por el Consejo de Seguridad de la ONU, el régimen sirio no da tregua a Guta Oriental. La aviación de Bashar el Asad bombardeó ayer por octavo día consecutivo el bastión islamista, aunque con menor intensidad que en días precedentes, provocando la muerte de al menos seis milicianos del Ejército del Islam y de siete civiles. Al hilo de las violaciones del alto el fuego, tanto la canciller alemana, Angela Merkel, como el presidente francés, Emmanuel Macron, telefonearon ayer al jefe del Estado ruso, Vladímir Putin, con idéntica petición: “Máxima presión sobre el régimen sirio para obtener una suspensión inmediata de los raids aéreos y los combates”.
Guta Oriental, antiguo pulmón verde de Damasco, sigue siendo políticamente verde desde el principio de la guerra en tanto que incómodo reducto del islamismo rebelde. Pero ninguna verdor parece que haya de sobrevivir a lo que se antoja la ofensiva final del régimen sirio para recuperar –a riesgo de pulverizarlos– sus cien kilómetros cuadrados de territorio más incómodos. Desde los cuales siguen lanzándose obuses contra la capital con varios muertos esta misma semana.
Sin embargo, es la escalada de víctimas mortales en Guta –más de quinientas en una semana– lo que ha movido a la ONU a intervenir. Así como la dramática situación humanitaria en la que viven sus cerca de 400.000 habitantes atrapados. La tarde del sábado, tras días de arduas negociaciones, se alcanzó un acuerdo en el Consejo de Seguridad sobre la petición de un alto el fuego. La tregua, de treinta días, debía aplicarse “sin dilación”, después de que Francia y Alemania presionaran a fondo a los rusos, principales aliados de El Asad. Pero solo ha sido así a medias.
Es difícil prever para Guta un final distinto al de la destrucción masiva experimentada por Alepo o Raqa, con independencia de que detrás de la primera estuviera el régimen apoyado desde el aire por Moscú y de la segunda las milicias kurdas con Washington haciendo lo propio.
Las dos milicias islamistas que controlan la mayor parte de Guta Oriental, el Ejército del Islam y y la Legión del Misericordioso (Al Rahman), se han avenido a respetar la llegada de convoyes de ayuda para una población civil asediada en sótanos. También aseguran que van a respetar la evacuación de heridos.
Sin embargo, los civiles en general
Al menos siete muertos se añadieron ayer a la lista de 529 víctimas civiles en una semana de ofensiva
son harina de otro costal y Moscú acusa a los islamistas de usarlos como escudos humanos. Asimismo, Putin recalcó ayer que “la tregua no incluye a organizaciones terroristas o a los que las apoyan”, lo que deja margen a seguir bombardeando a discreción, por la falta de consenso sobre quién entra en dicha categoría.
Cabe decir que la resolución del Consejo de Seguridad no incluye a los grupos considerados terroristas, como el Estado Islámico, Al Qaeda y su filial en Siria, el Frente al Nusra. Por su parte, Irán, el otro gran aliado de El Asad, ya ha dicho que sus operaciones contra estos grupos en las inmediaciones de Damasco siguen en marcha.
El topónimo Guta saltó a las páginas de todo el mundo tras el ataque químico atribuido al régimen sirio en el 2013. Bajo dominio rebelde desde los inicios, Guta Oriental ha sido objeto de bombardeos cotidianos desde entonces y lo sigue siendo, a pesar de que desde el verano pasado es una de las zonas de distensión pactadas por la diplomacia paralela –ajena a las conversaciones de Ginebra– promovida por Rusia e Irán, por un lado –padrinos de El Asad– y Turquía –patrocinadora de los rebeldes– por otro.