El termómetro Torrent
Roger Torrent es, a día de hoy, la figura más importante del autogobierno mientras sigue vigente el 155. También es un cargo que ha salido de las urnas del 21-D, que dieron la mayoría parlamentaria al independentismo, a pesar de todos los esfuerzos de los poderes del Estado por evitarlo. El presidente del Parlament es un hombre tranquilo que no hace las cosas a la ligera: su primera intervención al tomar posesión del cargo acertó en el tono y el contenido, lo cual fue alabado incluso por aquellos que más lejos están del soberanismo, y eso que se refirió extensa y claramente a los presos políticos y la represión.
El viernes, Torrent hizo una intervención en el Colegio de Abogados de Barcelona tan mesurada como la de su primer día, pero algunos de los asistentes al acto se sintieron ofendidos, sobre todo cuando el político republicano recordó dos obviedades: que hay presos políticos catalanes y que la separación de poderes no pasa por el mejor momento. Entre los que escuchaban, estaba el ministro de Justicia. Como es sabido, algunos de los presentes salieron del recinto en señal de protesta. Lo hicieron, entre otros, el presidente del TSJC, el fiscal superior, el presidente de la Audiencia de Barcelona, y la fiscal jefa de Barcelona, además de algunos colegiados. Otros asistentes aplaudieron y felicitaron a Torrent. La decana riñó al presidente del Parlament como si este fuera un niño.
Algunos han dicho –entre ellos el ministro
Los servidores del Estado implicados en la gestión del marco represivo no quieren admitir esta realidad
Catalá– que Torrent no debía hacer política en aquel acto “protocolario”, como si los miembros del Gobierno Rajoy no aprovecharan cada aparición pública para hacerla. Como si hacer política no consistiera, sobre todo, en levantar acta de lo que cada uno observa. El problema no es el discurso de Torrent. Lo que ocurre es que los servidores del Estado implicados en la gestión del marco represivo no quieren admitir esta realidad, tal vez no se sientan orgullosos de retorcer la ley para justificar determinadas decisiones. Es de manual que ningún régimen que tiene presos políticos admite que lo sean. Hay que negarlo todo. Mandos policiales que afirman que no existieron las cargas contra gente indefensa y jueces y fiscales que se ofenden cuando se les recuerda que la Moncloa escribe el guión que ellos interpretan.
Torrent es el termómetro que señala la temperatura media del independentismo: está a favor de hacer gobierno lo antes posible (sin pisar ninguna nueva línea roja) y, al mismo tiempo, está decidido a denunciar claramente el estado de excepción que vivimos. Una cosa es ser pragmático y otra es simular que no pasa nada. ¿Alguien piensa que la normalidad será posible en Catalunya mientras Junqueras, Forn, Sánchez y Cuixart duermen cada noche entre rejas? ¿Alguien piensa que los consellers del nuevo Govern no repetirán en todos los actos oficiales que hagan que la existencia de presos políticos es una vergüenza?