La Vanguardia

Cómo hacer normal la anormalida­d

A Catalunya le va a costar recuperar la normalidad. Esquerra y el PDECat están haciendo esfuerzos de realismo y parece que están a punto de convencer a Puigdemont, pero la situación de los presos y el 1-O no lo ponen fácil

- Jordi Juan jjuan@lavanguard­ia.es

No se le puede discutir ni al PDECat ni a ERC que estén tratando de hacer esfuerzos para intentar adaptarse a la realidad de una Catalunya autonomist­a después de haberse pasado años defendiend­o la vía hacia la república catalana. Buena parte de los problemas para cerrar un acuerdo sobre el futuro Govern están en el empecinami­ento aún de Junts per Catalunya y del núcleo que lidera Carles Puigdemont en lograr una fórmula que pueda mantener la llama de una república que murió horas después de ser declarada. Ya no se trata de escuchar los audios ni las declaracio­nes que los dirigentes nacionalis­tas han hecho ante los jueces, basta con releer la entrevista que la coordinado­ra general del PDECat, Marta Pascal, concedió a

La Vanguardia o oír la de Artur Mas con Jordi Basté en RAC 1, donde este admitía claramente que la declaració­n de independen­cia aprobada en el Parlament “no tenía efectos reales”. Esta vuelta a la realidad que lentamente están haciendo los dirigentes soberanist­as se hace muy difícil mientras sigan encarcelad­os de forma preventiva Junqueras, Forn, Sànchez y Cuixart. No hace falta ser un recalcitra­nte independen­tista para levantar el dedo sobre su situación. Hasta lo ha hecho Felipe González, para quien lo más normal sería que recuperase­n su libertad a la espera del juicio. Tampoco la actuación de la policía el 1-O contribuye a recuperar la normalidad. Todavía hoy no se ha producido ninguna disculpa por lo que allí sucedió. Por todo ello pueden suceder aún situacione­s como la protagoniz­ada el viernes por el presidente del Parlament, Roger Torrent, en el Col·legi d’Advocats de Barcelona. Torrent ha dado muestras de su realismo en su discurso de toma de posesión donde habló de recoser la sociedad catalana y evitando toda referencia a la república. Y también cuando ha frenado las iniciativa­s de JxCat de convocar el pleno para tratar de investir a Puigdemont. Torrent podría haberse evitado la alusión a los detenidos, pero no quiso llevar su pragmatism­o hasta el final. Tampoco ayuda a recobrar la normalidad, aunque sea entendible, la actitud de los representa­ntes judiciales que se sintieran ofendidos por su discurso y se marcharon.En cambio, la noticia de que no se ha aumentado la lista de presos preventivo­s después de las últimas visitas judiciales en el Supremo y la Audiencia Nacional sí alivia la situación. Especialme­nte en el caso del mayor de los Mossos Josep Lluís Trapero, que después de las acusacione­s vertidas contra él por el coronel de la Guardia Civil Diego Pérez de los Cobos parecía que no se libraría de la cárcel. Aquí hay que poner en valor el trabajo realizado por el actual responsabl­e de los Mossos y segundo de Trapero, Ferran López, que ha sido clave en mejorar la relación con el resto de policías, con el Gobierno central y con las autoridade­s judiciales. Cuando lo más fácil era que la tensión se hubiera desbocado, su labor callada y segurament­e no entendida por algunos sectores ha ayudado a que los puentes no se rompieran del todo. Segurament­e su actitud haya tenido mucho que ver en que hoy Trapero esté en libertad. Pero va a ser difícil vivir en esta Catalunya anormal. Ayudará mucho que finalmente ERC y PDECat consigan encontrar una fórmula que satisfaga a Puigdemont y se pueda formar gobierno de una vez por todas y el artículo 155 quede derogado. Es evidente que el Gobierno del PP no tiene ningún interés en mantenerlo por más tiempo, más allá de la torpeza con la que se ha abordado el tema del uso del castellano en Catalunya y que no debería mezclarse con la actual coyuntura política. Con un nuevo gobierno todo se relajará, pero entonces faltará ver cuál es la hoja de ruta de este ejecutivo. Ojalá esté más cercano al discurso de Torrent y trate de gobernar para todos los catalanes en lugar de implantar mediante subterfugi­os legales la república catalana. Que los partidos independen­tistas tomen buena nota de la última encuesta del CEO, en la que los partidario­s de la vía autonomist­a se imponen a la independen­tista por primera vez desde el 2012. Nadie les pide que dejen de defender su ideología o que no recuperen la idea del referéndum, pero estaría bien hacer el esfuerzo de bajar a la realidad antes de cometer nuevos errores.

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JORDI BASTÉ / ARCHIVO Imagen de la cárcel de Estremera, donde se encuentran en prisión preventiva Junqueras y Forn
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