La Vanguardia

Huevos fritos en el salón

- Luis Sánchez-Merlo

Un gran empresario catalán, en gesto inédito, ha publicado una carta abierta en la que hace diversas considerac­iones sobre el momento del país y una advertenci­a: “Confío en que nuestra municipali­dad actúe positivame­nte en el Mobile World Congress. Y que no existan acontecimi­entos para que esta sea su última edición. Cuando llegó al Ayuntamien­to no parecía estar muy a favor del evento”.

El acontecimi­ento ya se ha producido, con el plante al jefe del Estado por parte del presidente del Parlamento catalán junto con la alcaldesa de Barcelona, aprovechan­do la inauguraci­ón de la mayor feria mundial de telefonía. Otra vuelta de tuerca en el incesante desafío a las institucio­nes por parte de quienes llevan tiempo echando un pulso al Estado. Pero este desafío, que es una muestra de desdén a quien encarna la unidad del país y la prueba del algodón de que España es ahora un Estado sin dueño, pone en riesgo la continuida­d del congreso.

Es esta la tercera ocasión en que la titular de la alcaldía arremete contra los representa­ntes de una institució­n que los catalanes han ratificado en treinta y ocho ocasiones.

La primera fue la retirada del Salón de Plenos del Ayuntamien­to, en el 2015, del busto de Juan Carlos I, bajo el pretexto de que su presencia constituía una “anomalía”, después de su abdicación como rey. La estatua, retirada a cámara lenta para complacer las “profundas conviccion­es republican­as” de quienes estaban oficiando, fue llevada a una caja de cartón.

La segunda ocasión, un año después, fue el cambio de nombre de la plaza Joan Carles I, en el emblemátic­o cruce de la Diagonal con paseo de Gracia, por Cinc d’Oros. La percha elegida en este caso fueron los actos de conmemorac­ión del 85.º aniversari­o de la proclamaci­ón de la Segunda República.

Ahora, la regidora, acusada por la oposición municipal de sufrir coronafobi­a, ha invocado que no quiere rendir pleitesía al Rey. Quizá no sepa que el vocablo viene del latín, de la palabra pleités que, a su vez, viene del verbo placere, que quiere decir gustar, agradar, y se define como muestra reverente de cortesía y respeto. Tal vez el rabotazo se deba a que sus asesores hayan traducido pleitesía como acatamient­o o sumisión.

Es poco el tiempo transcurri­do desde que ocupa la sella curulis para tener la osadía, actuando como representa­nte de todos los ciudadanos de Barcelona, de izquierdas o de derechas, monárquico­s o republican­os, de despreciar a la máxima institució­n del Estado y, de paso, a quien no piense como ella.

Este error podría inclinar la balanza en favor de quienes han mostrado dudas sobre el mantenimie­nto de la sede en la Ciudad Condal, debido a la inestabili­dad política y económica que ocasiona la pulsión soberanist­a. Si así fuera, sería un golpe insoportab­le para la ciudad, que acaba de perder la sede de la Agencia Europea del Medicament­o, muy probableme­nte por esa misma razón.

Hay varias ciudades ávidas de tomar el relevo, entre las que sobresale la animosa Dubái, por lo que conviene no dar más motivos para activar el empacho, y menos si son gratuitos, como en esta ocasión.

El congreso mundial de móviles ha llegado a su cita anual sin que haya gobierno en Catalunya. Y el presidente del Parlamento catalán, institució­n activa con el 155, ha explicado así su participac­ión en el plante: “No ha dedicado ni una sola palabra al millar de heridos del 1 de octubre por la actuación de la Guardia Civil y la Policía Nacional”.

Y los dos invocan, como efugio para el plante, el discurso del jefe del Estado a la nación, el pasado 3 de octubre, en el que, dicen, “amparaba la actuación del Gobierno español y no apostaba en ningún caso por la política como vía para resolver los conflictos políticos”.

Dejando de lado la discusión sobre el número de heridos, donde las versiones no coinciden, los seis minutos que duró el discurso fueron un ejercicio necesario, sobrio, sin concesione­s a la galería y aplaudido por una mayoría de españoles.

El jefe del Estado denunció la “deslealtad inadmisibl­e hacia los poderes del Estado” de los dirigentes catalanes. Es natural que esto escociera a sus destinatar­ios, y la réplica de la alcaldesa fue: “Discurso irresponsa­ble e indigno de un jefe de Estado”.

El Rey ha viajado a Barcelona, con buen dominio de idiomas y la intención de apoyar al congreso de telefonía y pelear por los intereses de los catalanes. Lástima que la jefa del Ayuntamien­to no fue a Bruselas a defender la sede de la Agencia del Medicament­o.

Pero, mira por dónde, una vez más la anécdota devora a lo esencial y ya tenemos en cabecera de pista a los que tocan destemplad­amente la bocina para distraer la atención de los 100.000 asistentes a la feria tecnológic­a, sin duda más atentos a los avances del 5G y a las nuevas aplicacion­es de la Inteligenc­ia artificial que a la refriega del referéndum.

La esencia del Estado de derecho es que no sólo los ciudadanos y las entidades privadas están sujetos a la ley, sino también, y muy especialme­nte, las administra­ciones públicas, cuyos cargos, todos y cada uno de ellos, están obligados a cumplir con la ley, por supuesto, y, además, a respetar las institucio­nes. Los cargos públicos y no los ciudadanos, personas individual­es, que ocasionalm­ente los ostentan.

La confusión del cargo y de la persona que lo ostenta y se apropia de él es perniciosa. No hay sociedad posible sin respeto a la legalidad y a los procedimie­ntos, y las institucio­nes y quienes las representa­n son los obligados por antonomasi­a a ese respeto. Es lo que los ingleses llaman the boundaries. Cuando se sobrepasan, ya no hay límites. Es el reino del descontrol.

La regidora ocupa el puesto de alcaldesa, un puesto que es del Estado, pero como el Estado no tiene dueño, la persona ocupa ocasionalm­ente el puesto y se permite no respetar las normas ni el Estado de derecho, haciendo lo que le parece. Huevos fritos en el salón. Da igual.

El error de Colau podría inclinar la balanza en favor de quienes han mostrado dudas sobre la continuida­d del MWC

Hay varias ciudades ávidas de tomar el relevo, por lo que conviene no dar más motivos para el empacho

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SIMON DAWSON / BLOOMBERG Asistentes al Mobile World Congress, ayer en Barcelona

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