La Vanguardia

¡Aún queda país por destrozar!

- Joaquín Luna

Pobres de nosotros! Si Catalunya fuese la criatura en disputa por dos madres del Libro de los Reyes, ya me imagino la reacción de los dirigentes independen­tistas:

–Rey Salomón, corte con el sable dos partes que yo me llevo la buena.

(La alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, pediría que le cortasen a la criatura en tres: una para sus pobres. Puigdemont, en diez piezas de sushi). Las cosas aún pueden empeorar. Yo también hubiese preferido que el jefe del Estado, Felipe VI, incluyera algunas palabras “compasivas” con los centenares de contusiona­dos del 1-O en su discurso del día 3. Claro que eso tampoco le habría ahorrado otra encerrona ni un plante como el de anoche, enésimo disparo al pie –el de todos– porque utilizar el MWC –aunque sea postureo– es jugar con el pan.

El independen­tismo ha demostrado una singular patología: exijo respeto y afecto de aquellos a quienes ataco y me quiero cargar (la monarquía constituci­onal y la UE, por ejemplo). Lo fantástico es que les parezcan incomprens­ibles las reacciones...

Felipe VI no es un rey medieval. Sus discursos, como los de la reina de Inglaterra, vienen pautados por el Gobierno. Tiene margen de maniobra pero

El independen­tismo sigue exigiendo afecto a quienes insulta o se quiere cargar (el jefe del Estado o la UE)

muy limitado y en uso de ese espacio viajó a Barcelona el 26 de agosto para participar –que no encabezar– la manifestac­ión de duelo por los atentados terrorista­s. Era la primera vez que se sumaba a una manifestac­ión...

Aquel guiño de afecto a Barcelona, en un momento de luto propicio para evitar el choque de trenes, fue utilizado por el independen­tismo para humillarle al igual que al Gobierno, en una encerrona que convirtió la manifestac­ión en la más penosa de cuantas –y son muchas– se han celebrado en Europa y Estados Unidos después de atentados yihadistas.

Las pancartas orquestada­s “culpabiliz­ando” al jefe del Estado de la matanza –¡comercio con Arabia Saudí!– y la escenograf­ía norcoreana del servicio de orden no fueron precisamen­te una invitación al diálogo sino una demostraci­ón de que el independen­tismo iba sobrado y presumía de que las calles eran suyas. Con el agravante de cara a la comunidad internacio­nal de “excusar” a unos chavales muy majos de Ripoll que hablaban catalán y jugaban al fútbol –ahora el relato es que el CNI asesinó a John F. Kennedy–, una línea infantil que no granjea precisamen­te prestigio de país fiable.

No es sencillo digerir las declaracio­nes de quienes “ilusionaro­n” –manipularo­n– con un “referéndum vinculante y con garantías que sería efectivo” pero tampoco hace falta fracturarl­o todo, colegios profesiona­les o MWC incluidos. Y si se hace –grande Torrent diciendo a la judicatura y la abogacía que son unos botarates que actúan al dictado–, no esperen que los insultados te cojan cariño... Y otro hurra para la alcaldesa Colau: ¡qué grande le viene Barcelona!

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