La Vanguardia

La misteriosa condesa argentina

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Se sabe poco y confuso acerca de la biografía de Mercedes Adela Atucha y Llavallol (1887-1970). Se sabe que nació en Buenos Aires y tras casarse en Biarritz con el madrileño Carlos Caro y Potestad, primer conde de Cuevas de Vera y primo del duque de Alba, adoptó el título nobiliario. El resto se mezcla con la leyenda y a menudo se la ha confundido (error en el que incurren incluso grandes especialis­tas en arte) con Mercedes Strong, nieta de Rockefelle­r, que se casó con el marqués George de Cuevas, y era conocida como marquesa de Cuevas. Ambas fueron amigas de Dalí y compraron obra suya. Mercedes Atucha, conocida como Tota, provenía de una familia argentina culta y bien situada. Se decía que de noche vestía ropa de su mucama, tomaba un tranvía y se iba a los bares de marineros del muelle sur de Buenos Aires. Su hermana Josefina, al decir de muchos la argentina más bella junto con Eva Perón, se casó con el marqués Pierre de Jaucourt, también conoció a Dalí y le compró un cuadro. Mercedes vivió un tiempo en Madrid, al menos hasta la caída de la monarquía, y algún historiado­r ha escrito que fue dama de honor de la reina, de la que se comentaba que era amante de su marido. Lo cierto es que la relación de la pareja debió ser complicada a juzgar por otros episodios conocidos. En los años treinta vive ya en París y allí se relaciona con Picasso, Cocteau, Giacometti, Max Ernst, Le Corbusier, Man Ray y Luis Buñuel, entre otros. Otra de las leyendas que la acompañan es su pasión por hombres andróginos. Estuvo enamorada del poeta comunista René Crevel y le afectó especialme­nte su suicidio en 1935. Más tarde lo estuvo de otros hombres más jóvenes que ella. A Crevel lo conoció en 1928 y pese a su condición de homosexual conviviero­n cierto tiempo e hicieron viajes por media Europa. Durante una estancia en la Provenza, en 1931, Crevel escribe a un amigo: “Hace buen tiempo y yo estoy ‘in love’ con una dama”. Michel Carassou, biógrafo de Crevel, dice que era una mujer “bella, cultivada, seductora y disponible”. Hasta en dos ocasiones, en 1931 y 1932, estuvieron en casa de Dalí en Portlligat. Pero a ella le gustaba viajar sola y a menudo iba a Inglaterra donde vivía uno de sus dos hijos.

Fue una mujer sin prejuicios, con un lenguaje desenfadad­o. Se conservan algunas cartas de mediados de los años treinta en las que sorprende la familiarid­ad con la que se dirige a Buñuel, de quien parecía estar también enamorada. Le hizo un retrato Hermenegil­do Anglada Camarasa, que se halla en el palacio Errázuriz, de Buenos Aires.

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