La magia se acabó
Sánchez Flores firma su peor racha como técnico y su equipo se aboca a los peores números de Cornellà
Ya no son sólo sensaciones: son números. Quique Sánchez Flores firmó el viernes en Riazor su peor racha como técnico al encadenar siete partidos sin ganar y su equipo arrojará los peores registros desde que juega en Cornellà si mañana no consigue puntuar ante el Real Madrid. Una crisis que el Espanyol arrastra desde la pasada pretemporada, cuando el presidente y máximo accionista, Chen Yansheng, decidió frenar la inversión deportiva, y que estalló definitivamente en el cierre del mercado de invierno, cuando el club decidió traspasar de espaldas al míster a Javi Fuego después de que el técnico flirtease con una oferta del Stoke City.
Con el club abocado a la quiebra por la deuda mil veces renegociada y mil veces vencida con la Agencia Tributaria y otros grandes acreedores a raíz de la losa que supuso la construcción del nuevo estadio y con una plantilla elaborada con más imaginación y voluntarismo que recursos, el Espanyol fue capaz de mejorar o, cuando menos, igualar la actual situación deportiva. De la mano de Pochettino, Aguirre, Sergio González o Galca y una inversión testimonial, el equipo sólo había llegado a esta jornada liguera peor que ahora hace dos campañas, con Chen ya en la presidencia y un Galca con fecha de caducidad y ninguna ilusión.
La diferencia era de tres puntos respecto a la clasificación actual. Pero si el Espanyol no suma mañana, los números de Sánchez Flores serán también peores que los del técnico rumano en esta recta final del campeonato. Entonces, el Espanyol sumaba como ahora 28 puntos y aunque tenía peores registros en cuanto a goles realizados y encajados era 14.º en la tabla. Mañana, si no gana, se debatirá entre la 15.ª y la 16.ª posición. Tampoco eran peores los números de Pochettino en la primera campaña del RCDE Stadium después de haber obrado el milagro de la salvación un año antes.
Los nueve puntos que antes de arrancar la vigésima sexta jornada separan al Espanyol de la zona de descenso y las notables diferencias que ahora existen entre la plantilla blanquiazul y las de los equipos que pugnan en la zona baja hacen a día de hoy difícil de creer que el equipo sufra en este fin de ciclo, por más que el rendimiento y la imagen que ha ofrecido en sus últimos choques ante el Las Palmas o el Deportivo no inviten tampoco al optimismo.
En cualquier caso, desde el club nadie sabe ni contesta, evidenciando ese vacío de poder que acompaña la era Chen. Desde la destitución por sorpresa del consejero delegado, Ramon Robert, el pasado enero, el vicepresidente Carlos García Pont sólo ha comparecido para constatar la obviedad: que el proyecto había entrado en una fase de ralentización. Y, hace unos días, a través de los canales del club, para condenar la agresión que se produjo en el último partido disputado en Cornellà.
El desengaño en el que parece haberse instalado el españolismo señala que la crisis va más allá de la parcela deportiva. El proyecto liderado por Sánchez Flores tampoco ha conseguido arrastrar a la afición. La sangría de socios se ha acabado tras tocar fondo en la campaña 2014-2015 con menos de 25.500, pero los 28.000 abonados actuales –incluidos los de la segunda vuelta– siguen por debajo de los que registró Cornellà en sus primeras cuatro temporadas e incluso de los abonados de las últimas campañas de Montjuïc.
FALTA DE TIRÓN
El mal momento trasciende lo deportivo y el volumen de socios sigue lejos del de los primeros años del estadio