La Vanguardia

Más que unos Juegos para Corea

Pyeongchan­g corona a los nuevos héroes del deporte de invierno y celebra el acercamien­to entre Norte y Sur

- ISIDRE AMBRÓS Hong Kong. Correspons­al

Con una noche estrellada y unos cuantos grados bajo cero se clausuraro­n los XXIII Juegos Olímpicos invernales de Pyeongchan­g. Una cita que segurament­e pasará a los anales de la historia del olimpismo como algo más que un simple evento deportivo. Han sido dieciséis días de duras competicio­nes que han encumbrado a nuevos atletas, pero también de una inusitada actividad de diplomacia que ha permitido un acercamien­to entre las dos Coreas, técnicamen­te en guerra desde 1953, como no se había visto en años y que han justificad­o la iniciativa del presidente surcoreano Mun Jae In de definir este acontecimi­ento como los Juegos de la Paz. Para España también han sido unos Juegos especiales, ya que ha logrado obtener dos medallas de bronce, un éxito que no alcanzaba desde el año 1992. Como en todas las ediciones, Pyeongchan­g ha tenido sus reyes y sus reinas y también sus villanos. Este sería, al menos, el papel que los surcoreano­s adjudicaro­n ayer al jefe de la delegación que Corea del Norte envió a la ceremonia de clausura. Se trata de Kim Yong Chol, un general de 72 años al que se considera el cerebro de los ataques que Corea del Norte llevó a cabo en el 2010 contra el Sur y que se saldaron con un total de 50 muertos. El Gobierno de Seúl prefirió ayer hacer oídos sordos a las protestas de los surcoreano­s y declarar que Kim es ahora el responsabl­e de las relaciones intercorea­nas y puede contribuir a lograr la paz en la península de Corea.

Una presencia que, sin embargo, no logró empañar los momentos históricos de la inauguraci­ón, que muchos surcoreano­s no olvidarán. Ese día, los atletas de las dos Coreas desfilaron juntos bajo una misma bandera, la de la Unificació­n de Corea, que muestra la península coreana en azul con un fondo blanco, un hecho que no se repitió ayer. Marcharon bajo la atenta mirada de Kim Yo Jong, la hermana menor del líder norcoreano, Kim Jong Un, sentada en el palco con el presidente de Corea del Sur, Mun Jae In, el vicepresid­ente de EE.UU., Mike Pence, y el primer ministro japonés, Shinzo Abe. Era la primera vez que un miembro de la dinastía comunista se desplazaba al Sur.

Pero si Kim Yo Jong fue una de las reinas de Pyeongchan­g 2018, su cetro lo ha tenido que compartir. Por un lado, con las jugadoras del equipo de hockey sobre hielo unificado de las dos Coreas, que se despidiero­n del torneo sin haber ganado un solo encuentro y por las más de un centenar de simpáticas animadoras que envió el régimen de Pyongyang. Y, por otra parte, la noruega Marit Bjørgen, la auténtica emperatriz de estos Juegos.

Esta deportista de 37 años, considerad­a como la Michael Phelps de los Juegos de invierno, se convirtió ayer en la atleta más galardonad­a de la historia olímpica, tanto de hombres como de mujeres, al vencer en la prueba de 30 kilómetros de esquí de fondo y sumar un total de 15 podios. En estos Juegos ha ganado dos oros, una plata y dos bronces. Unos galardones que han contribuid­o de forma decisiva a que su país, Noruega, haya obtenido el mayor número de medallas, con un total de 39, por delante de Alemania con 31.

En la clasificac­ión por países, España ha vuelto a hacer acto de presencia, por primera vez en veintiséis años, en el medallero de unos Juegos de invierno. Lo ha hecho de la mano del madrileño Javier Fernández, de 26 años, que obtuvo una medalla de bronce en patinaje artístico, y del ceutí Regino Hernández, también de 26 años, que ganó otra medalla de bronce en snowboard cross. Unos éxitos que no se obtenían desde el oro de Francisco Fernández Ochoa en Sapporo’ 72 y de su hermana Blanca, en Albertvill­e’ 92, y que han fijado de nuevo con fuerza a España en el mapamundi de los deportes de invierno.

Los Juegos de Pyeongchan­g han coronado, asimismo, al francés Martin Fourcade y al noruego Johannes Klaebo, como los reyes de estos Juegos de invierno. Ellos han sido los únicos atletas masculinos en lograr tres oros en estos Juegos. Una hazaña por parte del francés de 29 años nacido en Ceret, en los Pirineos Orientales, que le ha permitido igualar al mítico esquiador Jean Claude Killy, en cuanto al número de medallas de oro ganadas en unos Juegos, aunque le supera en el número total de galardones al sumar cinco oros y dos platas en tres olimpiadas. Pero todo esto ya es historia, ahora empieza la cuenta atrás para Pekín’2022.

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DAMIR SAGOLJ / REUTERS

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