Egipto persigue ahora la danza del vientre que creó
La danza del vientre peligra en el país que la vio nacer hace centenares de años. La deriva conservadora que ha tomado Egipto bajo la presidencia del militar Abdul Fatah al Sisi (apoyado por el partido salafista Hezb el Nour) ha aumentado el control sobre las actuaciones de este baile.
El último episodio que ha causado alboroto en este país ha sido el de la bailarina rusa Yekaterina Andréyeva, detenida este mes por actuar de forma “demasiado provocativa”. La bailarina pasó unos días en la prisión bajo la amenaza de ser deportada en Rusia, pero finalmente, la justicia decidió soltarla bajo una fianza de 230 euros.
Andréyeva, que tiene 31 años y actúa con el seudónimo de Johara, cree que su detención responde a la popularidad de un vídeo donde aparecía actuando en el barco Dragon Nile, en la localidad de Giza. “Un espectador me filmó y subió el vídeo a las redes. En sólo unas horas, cerca de un millón de personas habían compartido el contenido. El día siguiente me detuvieron. Me dijeron que había incitado a la inmoralidad”, explicaba Andréyeva al medio France24.
La justicia egipcia la acusaba de moverse de forma demasiado sensual y de no llevar ropa interior (es obligatorio llevarla, excepto de color beige, porque se parece demasiado al color de la piel, decía el fiscal Hatim Fadl). También se le reprochaba haber actuado en más de un establecimiento en los últimos años, cosa que prohíbe el visado que hoy le permite residir en Egipto. Las acusaciones resultaron ser infundadas, y al cabo de tres días Andréyeva salió de la prisión pagando una fianza de 230 euros. “Conozco lo suficiente las costumbres de Egipto. Si hubiera querido bailar más ligera, lo hubiera hecho en Rusia. Creo que el Gobierno ha querido aprovechar el vídeo viral para alarmar a las bailarinas. A partir de ahora, iré con más cuidado y no anunciaré dónde actúo con antelación. Es lo único que está en mis manos”, añadía la artista.
El de Yekaterina Andréyeva no es un caso aislado. La semana pasada, la justicia egipcia condenó a dos años de prisión por “libertinaje e inmoralidad” a una joven cantante egipcia, Laila Amer, por colgar un vídeo en la red donde aparece cantando y bailando danza del vientre de forma “demasiado provocativa”. Los tribunales hicieron lo mismo con otra cantante, a quien le impusieron seis meses de prisión por faltar el respeto al río Nilo. También la cantante Shyma, quien protagonizó un videoclip en ropa interior comiendo fruta, fue condenada a dos años de prisión el pasado diciembre.
Egipto basa estas condenas en una ley del año 1955 que regula los contenidos y la censura en el arte y la cultura. Amr Magdi, investigador egipcio especializado en el Oriente Medio en la organización Human Rights Watch, explica que bajo el gobierno de los Hermanos Musulmanes la norma se aplicaba de forma más laxa que bajo el poder de Al Sisi, quien ha aumentado la persecución y la censura de contenidos inmorales.
“Con Al Sisi en el poder, las persecuciones a los artistas y al colectivo LGTB han sido muy superiores a la etapa de gobierno de los Hermanos Musulmanes. Las bailarinas que tienen nacionalidad egipcia son las más perseguidas porque, a diferencia de las extranjeras –que sólo afrontan la deportación a su país de origen–, las nacionales pueden ser juzgadas y encarceladas si se pasan de la raya”. Así, la elevada represión de los últimos años ha provocado que muchas egipcias hayan abandonado el oficio y que profesionales extranjeras (principalmente rusas, chinas y brasileñas) hayan aterrizado en Egipto para ocupar su lugar.
Mirando hacia atrás, si en los años 1940 en Egipto había alrededor de 5.000 bailarinas de danza del vientre, hoy a duras penas hay un centenar. El legado cultural de esta danza, que en árabe se llama Raqs sharqi (que quiere decir danza oriental), está en peligro. Y si Al Sisi gana los próximos comicios –como parece que sucederá–, todo apunta a que en Egipto se bailará todavía menos.
La danza del vientre peligra en el país donde nació debido a la deriva conservadora del Gobierno
La persecución es más dura a bailarinas egipcias, por eso muchas extranjeras han llegado al país