Conmoción blanquiazul
Baptistão salva un punto in extremis ante el Levante y Diego López acaba en el hospital
El Espanyol volvió a sumar un punto que no le sirve para nada en otro partido insulso ante un Levante que sí se jugaba la vida, pero lo más importante fue que el susto que dio Diego López al caer desplomado al suelo después de un fuerte impacto en un salto con Sadiku no tuvo consecuencias graves.
Hay partidos en lo que lo menos importante es el resultado y el de ayer, para el Espanyol, fue uno de ellos. Los blanquiazules volvieron a sumar un punto que no les sirve para nada en otro partido insulso ante un Levante que sí se jugaba la vida y que acabó destituyendo a López Muñiz. Nada importante al lado del susto que se llevó el equipo –y todo un Ciutat de València que se comportó de un modo ejemplar– cuando Diego López cayó desplomado al suelo después de un fuerte impacto en un salto con Sadiku.
Las cosas ya no empezaron bien para el Espanyol antes del partido. Quique Sánchez Flores perdía dos de las piezas clave con las que contaba. Primero fue Carlos Sánchez, quien se quedó en el banquillo al arrastrar unas molestias. El colombiano salió a calentar sin saber nada de la repentina muerte de su excompañero del Fiorentina Davide Astori y sufrió un desmayo cuando le informaron al final del partido.
Durante el calentamiento fue Sergio García quien sintió unas molestias en el aductor de la pierna derecha que lo dejaron fuera de la convocatoria cuando ya se había anunciado su titularidad. Su lugar en el campo lo ocupó Baptistão para que Melendo, el descarte junto al tercer portero, se sentase en el banquillo y acabase jugando.
Aunque lo peor llegó ya avanzado el primer tiempo. Tras protagonizar un gran mano a mano con Pazzini y volver a salvar a su equipo, Diego López tuvo un choque brutal con Sadiku en un salto y cayó a plomo, conmocionado, sobre el césped. La cosa quedó en un susto, pero el meta tuvo que ser retirado en camilla y Pau López tuvo que ocupar su lugar. El gallego fue trasladado al hospital La Fe de València, donde se le diagnosticó un traumatismo craneoencefálico con pérdida de conciencia. Se quedó en observación y ayer no regresó con el equipo a Barcelona.
Hasta ese momento, el partido había seguido el guión del duelo copero en el que el Espanyol consiguió remontar una eliminatoria en la que partía con desventaja, aunque sin goles. Los blanquiazules asumieron de entrada el peso del partido ante un rival que renunció a jugar para tratar de hacerlo a la contra, pero no consiguieron crear ni una ocasión clara en todo el primer período y acabaron achicando balones ante el empuje, tan desordenado como desesperado, del Levante.
Apostó López Muñiz por poner toda la carne en el asador y jugar con dos delanteros, Sadiku y Pazzini. Aunque lo que le acabó llevando al gol y a la esperanza no fue eso, sino la incapacidad del Espanyol para plantar cara a un rival totalmente desquiciado y prácticamente sin fútbol. Eso y la decisión de Alberola Rojas de ver penalti en una de esas acciones que se dan en las áreas en cada saque de esquina. Marc Navarro trató de quitarse de encima a Cabaco con un agarrón cuando el balón ya había pasado de largo. Para colmo, el central granota partía de un fuera de juego. Pero el colegiado señaló inexorablemente el punto de penalti y Morales, el hombre que trajo de cabeza al Espanyol durante la ida de los octavos de la Copa, no perdonó.
La afición local celebró el gol como un título, confiada a una victoria que rompiese una racha de 14 partidos sin sumar de tres en tres. Un sensación que se apoderó definitivamente de la grada cuando la reacción del Espanyol no pasó de aceptar la evidencia: el Levante se había encontrado con un gol que los blanquiazules eran incapaces de construir.
Fue entonces cuando Sánchez Flores decidió mover el banquillo para hacer jugar a Melendo, quien pasó de la grada al terreno de juego, y a Jurado. Y acertó. Los suyos no cejaron de creer en sus opciones ante un Levante entregado a los acontecimientos. El Espanyol pudo perfectamente perder, pero en unos últimos minutos de presión se encontró con el gol. Una buena acción de Jurado, que evitó inesperadamente que un balón se fuese a córner para escaparse con él de dos rivales, culminó en un centro que Baptistão remató desde el segundo palo. Un punto después del susto.
EL SUSTO
El portero perdió el conocimiento tras chocar con Sadiku y se quedó hospitalizado en València
LA CONDENA
La igualada supuso la destitución de López Muñiz tras 15 partidos sin conseguir una victoria