La ofensiva final
Siguen sin tregua los bombardeos, que ya han provocado más de 650 muertos
El avance de las tropas del presidente sirio, Bashar el Asad, parece imparable sobre la región de Guta Oriental, la zona rebelde vecina a Damasco que ha sido como una espina en el centro de su régimen.
Ahora sí, el avance de las tropas del presidente sirio Bashar el Asad parece imparable sobre la región de Guta Oriental, la zona rebelde vecina a Damasco que ha sido como un espina en el centro del régimen sirio. Después de quince días de intensos bombarderos, desoyendo las presiones internacionales, incluida la ONU, para que cesaran, las tropas gubernamentales capturaron ayer varios enclaves. Una cuarta parte de la provincia ya es suya.
El régimen, con el apoyo de Moscú, había lanzado a mediados de febrero un despiadado ataque de artillería y bombardeo aéreo, uno de las más sangrientos de toda la guerra. Según el Observatorio de Derechos Humanos, voz oficiosa de las fuerzas antigubernamentales, han muerto ya más de 650 civiles. La situación de la población es desesperada, y las cinco horas de tregua –pactada y no siempre cumplida–, claramente insuficientes para poder atender a los heridos, enfermos y desnutridos.
Todo hacía prever que los bombardeos eran el primer paso hacia la ofensiva terrestre, como finalmente así ha sido.
De los 400.000 habitantes que se calcula que siguen en Guta Oriental, varios miles huían del avance de las tropas, iniciado el sábado. Otros seguían escondidos en sótanos, a merced de una lluvia de proyectiles que no ha dejado de caer. Viven en el subsuelo, en condiciones insalubres, donde docenas, a veces centenares, de personas se apiñan horas o días a la espera de que cesen. Así lo describían algunos de los habitantes de Guta, que pudieron hablar con Associated Press.
“Me quedé helada, en estado de shock. No sabía qué hacer: ¿me ponía a correr?, ¿pero hacia dónde? Me quedé petrificada. Está siendo insoportable”. Así explicaba la experiencia de los primeros bombardeos una profesora de treinta años, madre de un niño de veinte meses.
“No se trata de buscar opciones. No las hay –justificaba el porqué se había quedado en un refugio antiaéreos–. Es el sitio más cercano seguro. Aunque no lo es, porque las bombas lo traspasan y matan a muchos”.
No da su nombre. Teme represalias de las tropas de Asad si sobrevive a los bombardeos. Echa en cara el silencio, una vez más, del mundo ante otro crimen masivo de población civil. Y otro desplazamiento forzado de miles de personas, como ya ha ocurrido en otras partes de Siria ante el avance de soldados del régimen.
Según el Observatorio de Derechos Humanos, hay entre 300 y 400 familias que han abandonado sus hogares en las líneas de fuego. La televisión siria retransmitía la ofensiva con el ruido de los bombardeos de fondo.
Guta Oriental llevaba desde el 2013 rodeada. Las tropas del régimen se han hecho con el control de localidades como Al Nashabiya y Hush al Fadaliya, en una ofensiva en la que han causado “grandes pérdidas” en las filas rebeldes, según la agencia oficial siria. Un mando del ejército indicó que los civiles iban hacia la ciudad de Duma. “Nos quedan pocos kilómetros de camino y habremos partido la región en dos”, explicaba. Toda la zona cercana a Damasco será suya.
“Me quedé en estado de shock, sin saber qué hacer: ¿corría?, ¿adónde?”, explica una profesora