El factor Sànchez
De todo lo que ha hecho Carles Puigdemont después del 21-D, proponer el nombre de Jordi Sànchez como presidente de la Generalitat es la decisión política menos mala y con más carga política. El diputado encarcelado en Soto del Real es quien tiene una visión estratégica más realista, madura y compleja desde la cúpula independentista. A pesar de no haber formado parte del Govern ni de ningún partido, Sànchez tiene una larga experiencia política, en el movimiento soberanista (desde los tiempos lejanos de La Crida) y en los ámbitos institucionales (donde ha desempeñado responsabilidades representativas o profesionales). La entrevista que le hizo Isabel Garcia Pagan el pasado enero demuestra que Sànchez es quien lee con más inteligencia el escenario actual: “La legislatura es de cuatro años y haríamos bien de no acortarla. Un error del independentismo ha sido prefijar plazos antes de conocer bien las condiciones y oportunidades. También sabemos rectificar. Para sumar más del 50% del electorado hacen falta políticas y tiempo. Cuatro años pasan rápido”. El diputado electo insistió en la necesidad de superar el umbral del 50+1%, sobre todo para exigir la intervención directa de Europa.
Antes de saber si las autoridades judiciales permitirán que Sànchez pueda optar a la investidura, la CUP ha comunicado que se abstendría. Eso deja en minoría a JxCat y ERC, lo cual bloquea la constitución del Govern y hace pensar en la repetición de elecciones. Todos los argumentos que los cuperos utilizan para negar su apoyo a Sànchez podrían repetirse automáticamente en caso de que Puigdemont señalara a Jordi Turull como nuevo presidenciable. Turull no podría ser vetado por los poderes españoles, aunque tendría que abandonar el cargo en caso de que –como se prevé– fuera condenado dentro de unos meses.
La falta de una estrategia única compartida por las tres listas independentistas ya quedó en evidencia durante la campaña electoral. Que la candidatura de Puigdemont superara en votos la de ERC ha intensificado la desconfianza entre unos y otros, mientras que la CUP hace con sus cuatro diputados lo mismo que hacía con los diez de antes: aprovechar la discordia entre los dos grandes para reforzar su posición. Poner el nombre de Sànchez sobre la mesa ha sido abrir las luces de una habitación en penumbra: todo el mundo puede ver ahora las profundas debilidades estructurales del bloque soberanista, atenazado por el partidismo más estéril. Una apuesta unánime para investir a Sànchez habría puesto a Rajoy contra las cuerdas.
¿Hasta cuándo los más de dos millones de votantes independentistas soportarán estoicamente que los dirigentes de las tres fuerzas que han conseguido mayoría malgasten estúpidamente el resultado del 21-D? Pase lo que pase, hago un vaticinio: Sànchez, a la corta o a la larga, será una pieza indispensable en la resolución del conflicto. En Madrid, hay gente que empieza a saberlo.
Sànchez, a la corta o a la larga, será una pieza indispensable en la resolución del conflicto