¡Silencio, se rueda ‘Fredonia’!
Después de la superproducción El mundo nos dará la razón, el fiasco más caro del cine europeo, pronto llegará a las pantallas Fredonia, thriller de acción judicial protagonizado por el abogado Ben Emmerson con guion de Carles Puigdemont, en el que un puñado de hombres justos presenta cada mes una demanda contra el Estado español hasta desenmascarar ante el mundo su malvado rostro. –¿Habrá cachondeo?
–¡Las risas están garantizadas! –¿Y acción?
–¡Tanta como minutas millonarias! Esto empieza a parecer la Fredonia de Sopa de ganso. Lejos de cerrar heridas, gobernar y crear un clima de concordia entre catalanes que ayude a las excarcelaciones, enfilamos hacia una secuela del Diplocat, sólo que en lugar de derrochar en parlamentarios de medio pelo, académicos y periodistas, ahora nos puliremos la pasta en letrados con cachés de vértigo.
¿Internacionalizar el frente judicial? ¿Después del incuestionable fracaso exterior del procés? ¿Somos necios que no aprenden o deliramos?
Me fascina que un abogado británico, Ben Emmerson, defensor de Julian Assange, que sigue sin poder salir de la embajada de Ecuador pese a los éxitos en organismos internacionales decorativos, se erija ahora en portavoz y conciencia de Catalunya y amenace –en nombre de los que vivimos y pagamos impuestos aquí– con algo tan presuntuoso como presentar “cada mes” una demanda contra España en organismos internacionales “hasta que el Gobierno de Madrid se convenza de que debe entablar negociaciones sinceras”. Claro que también considera a Puigdemont “a true statesman and a natural leader”.
Yo no dudo que al letrado británico le irá de perlas esta “internacionalización” sin efectos. Otra pantalla para engañar a los suyos a costa de todos: ahora sí, la comunidad internacional doblegará a España. Sí, claro. Lo mismo que ha doblegado al Estado de Israel en su trato a los palestinos la instancia elegida para el debut de la ofensiva –el Comité de Derechos Humanos de las Naciones Unidas–. Porque dicho comité se distingue por su rutinaria facilidad de condenar a Israel, para cabreo de Washington...
Si alguien pregunta por las minutas de esta Armada legal, imagino que recibirá la respuesta habitual: sale gratis, ni un euro público. ¡Qué suerte tener tantos amigos rumbosos! Desde criterios democráticos sería preferible que el erario sufragase a Puigdemont en Waterloo a que lo hagan “unos amigos”. Empresarios, I presume. Amigos que se cobrarán oscuramente la ayuda... ¿No hemos aprendido cómo funciona la corrupción?
Después del ridículo cantado del Diplocat –ni con el regalo amargo de las leches del 1-O recibieron un solo apoyo exterior influyente–, ahora llega esta Fredonia judicial, otro intento de fer bullir l’olla. Y engañar.
Puigdemont y su admirador británico anuncian una delirante ofensiva judicial a demanda por mes...