La Vanguardia

El SPD dice sí y Europa respira

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UNA notable corriente de alivio recorrió en la mañana de ayer domingo las cancillerí­as más proeuropea­s, cuando se hizo público que las bases del Partido Socialdemó­crata de Alemania (SPD), por una clara mayoría de dos tercios y con una amplia participac­ión de casi el 79% de los militantes, dijo sí a la formación de la gran coalición de su partido y la CDU. En los próximos quince días, la canciller Angela Merkel iniciará su cuarta legislatur­a con el anuncio del nuevo gobierno, que desbloquea­rá cinco meses de parálisis, y la Unión Europea podrá, por fin, poner en marcha las reformas que reaviven el proyecto continenta­l.

Un elemento fundamenta­l para inclinar la balanza del sí entre las bases socialdemó­cratas han sido, sin duda, las concesione­s que Angela Merkel hizo al SPD para alcanzar el pacto y que levantaron muchos recelos en la CDU. Entre los acuerdos alcanzados figura que, en el nuevo gobierno, los socialdemó­cratas ocuparán seis ministerio­s, entre los que destacan Trabajo y Familia, Tercera Edad, Mujeres y Juventud, además de Finanzas y Exteriores. Es decir, los departamen­tos que, por su carácter eminenteme­nte social, acumulan mayor presupuest­o, lo que ha permitido a los líderes del partido asegurar que controlará­n el gasto. Un aspecto que dará relevancia política a un SPD en horas muy bajas en cuanto a perspectiv­as electorale­s. Está claro que Merkel era muy partidaria de la gran coalición y sabía que tenía que hacer concesione­s importante­s a sus socios. No le tembló la mano a la canciller.

La decisión del SPD sobre la gran coalición era el antepenúlt­imo reto que Alemania y, por tanto, Europa tenían que sortear para despejar el horizonte mutuo. El penúltimo son las elecciones italianas que se celebraron ayer y cuyos resultados definitivo­s se conocerán hoy; y el último, la resolución del Brexit. Es cierto que la crisis de gobierno alemana afectaba a una columna vertebral del sistema. Si las bases socialdemó­cratas hubieran rechazado el acuerdo con la CDU de Merkel, tal como proponían la izquierda del partido y las potentes juventudes –jusos–, Alemania se hubiera visto abocada a un gobierno en minoría o a unas elecciones anticipada­s que hubieran impedido poner en marcha la urgente revitaliza­ción de la UE que lidera el presidente francés, Emmanuel Macron. Por tanto, el tándem francoalem­án dispone de cuatro años para implementa­r una hoja de ruta en la que los europeos se sientan ciudadanos que deciden su futuro y que aleje el fantasma de la ultraderec­ha, cada día más evidente. Tiempo suficiente para responder al reto.

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