Remontarnos al messiniense
Messi ha suscitado juegos de palabras en diversas lenguas: ‘lío’, ‘messy’, ‘rey Leo’, ‘Mesías’, ‘D10S’, ‘més i més i més…’
Escribo este runrún el viernes, sin saber si ayer Messi contribuyó a aumentar la distancia con el Atlético de Madrid o si, por el contrario, los del aguerrido Simeone y el audaz Griezmann consiguieron reducirla. Escribir con una cierta antelación siempre es un riesgo, pero en este caso no me ha parecido relevante. Si hablase de otro no me atrevería a hacerlo hasta conocer el resultado del partido de ayer, pero resulta que quiero hablar de Messi, un futbolista único. Desde que irrumpió en los terrenos de juego, la trayectoria de Lionel Messi es conocida y degustada en todo el planeta. Ha recibido todo tipo de elogios. Desde esta misma columna, hace ocho años, le dediqué más de un millar de adjetivos, seiscientos en catalán y seiscientos en castellano. Fue un reto motivado por el hecho que entre los entrenadores de fútbol internacionales se puso de moda decir que no había suficientes palabras para definirlo. Messi ha hecho verter océanos de tinta, protagoniza innumerables reportajes e inspira poemas, biografías, cuentos y canciones. Me consta que el narrador Jordi Puntí le dedica ahora un libro completo que llegará a las librerías a principio de abril, puntual para la campaña de Sant Jordi.
Pero esta columna quiere centrarse en un aspecto ínfimo de todos los comentarios que suscita Leo Messi: los juegos de palabras que se perpetran con su nombre. El periodismo deportivo practica con deleite el llamado humor semántico. Los titulares de prensa sacan punta a los nombres de los protagonistas de las grandes gestas y luego los medios audiovisuales ejercen su efecto multiplicador. Messi suscita juegos en diversas lenguas. Sus compatriotas argentinos se abonan al Lío, el hipocorístico de Lionel. Los tabloides ingleses tiran por el mismo lado, ya que en inglés messy es, también, algo liado, desordenado, tal como él deja a las defensas contrarias. En catalán, mientras Pou habla del Petitó, Puyal se abona a la concatenación adverbial del més i més i més… Otra línea popular de investigación semántica se basa en relacionar a Messi con el vocablo Mesías, que en hebreo y arameo proviene de ungido, se entiende que por el Señor (D10S). Y, más allá de la religión, no son pocos los periodistas españoles que juegan con el eco entre monárquico y selvático que relaciona a Leo con El Rey León. Pues bien, estoy en condiciones de añadir al Lío un nuevo término científico. La revista Scientific Reports publica el trabajo de un equipo del que forma parte el catalán Daniel García-Castellanos (ICTJA-CSIC) sobre una gran inundación que puso punto final a la llamada “crisis de salinidad del messiniense en el Mediterráneo Oriental”. ¿Messiniense? Pues sí, el messiniense es la última edad del mioceno superior marino. El nombre, creado por la ciencia en 1867, procede de la ciudad siciliana de Messina, pero eso es un pequeño detalle sin importancia.