Sarampión
Uf! Después de cinco días conteniendo la respiración, Barcelona resopló aliviada por el éxito de la edición más incierta del congreso de móviles. Respiró tranquila al comprobar que dio resultado la conjura que todos los sectores de la ciudad, públicos y privados, habían realizado para que este congreso se desarrollara a la perfección. Y todo fue casi perfecto. Digo casi porque a alguien se le olvidó llevar huevos a las monjas clarisas ya que la ola de frío siberiano, la nieve y la lluvia fueron la única nota negativa de la semana más grande a nivel internacional que tiene Barcelona anualmente. Fue este, y no la inestabilidad política en Catalunya y España, el tema de conversación más extendido entre los congresistas que se preguntaban extrañados dónde estaba el famoso sol barcelonés.
Desde la alcaldesa de Barcelona hasta el último taxista, pasando por John Hoffman, jefe del congreso, habían cruzado los dedos para espantar los presagios de los más agoreros del lugar. Empresarios y expertos consideran que el éxito del Mobile era determinante, entre otras cosas, para confirmar una sensación positiva que se respira en el ambiente económico de la ciudad. Esta sensación no es otra que la superación del socavón que supuso el último trimestre del año pasado por efecto de la crisis política en Catalunya. “Fueron tres meses catastróficos”, aseguran diversas voces vinculadas a la economía de la ciudad. Pero desde enero, la situación se ha recuperado muy rápidamente gracias a la solidez que tiene Barcelona. Los datos son irrefutables y el ambiente vuelve a ser optimista, aunque se diga con la boca pequeña por temor a una recaída. “La gente se acostumbra a vivir en la incertidumbre y se abstrae de ella para avanzar. Pensábamos que sufríamos una enfermedad grave y ahora vemos que quizás haya sido sólo un sarampión”, me explica metafóricamente un hotelero.
Por eso, el éxito del congreso de móviles ha sido la certificación del alta médica para la economía de Barcelona. Y esa recuperación se ha producido a pesar de la política que no ha ayudado nada. Está claro que no ayuda el vacío de gobierno que existe en Catalunya desde la aplicación del artículo 155 de la Constitución, ni la incapacidad de formar un ejecutivo de la Generalitat dos meses y medio después de las elecciones, ni la debilidad del gobierno de Barcelona sometido a constantes mociones de confianza.
Los sectores económicos están cansados de esperar la tan reclamada estabilidad e intuyen que la normalidad tardará en imperar. Por eso, muchos han decidido dejar de esperar y se oyen insistentes voces partidarias de recuperar el impulso desde la llamada sociedad civil. Algo parecido a lo que sucede en el Raval donde los vecinos han tomado las riendas ante la ineficacia oficial para acabar con los narcopisos. “Sin gobierno también se vive. Nos estamos italianizando”, afirman evocando la capacidad de la sociedad italiana de avanzar a pesar del caos político en el que vive el país constantemente. Veremos cómo se cristaliza este sentimiento cada vez más generalizado en Barcelona, pero no me sorprendería que los primeros movimientos se produzcan en estamentos económicos de la ciudad donde la administración pública y el sector privado comparten sillas. Habrá que estar atentos.
Sectores económicos de Barcelona podrían hacer movimientos ante la inestabilidad política permanente